Los fundamentos y la estructura de la acción proecológica, medidos en una escala de conductas protectoras del ambiente

AutorVíctor Corral Verdugo - Stephany Hess - Bernardo Hernández - Ernesto Suárez
Páginas71-88
71
IV
Los fundamentos y la estructura de la acción
proecológica, medidos en una escala de conductas
protectoras del ambiente
Víctor Corral Verdugo
Universidad de Sonora, México
Stephany Hess, Bernardo Hernández y Ernesto Suárez
Universidad de La Laguna, Tenerife, España
Introducción
La medición del comportamiento ecológico responsable supone que el investi-
gador previamente ha identif‌i cado cómo se constituye ese comportamiento. Es
decir, esa medición presupone que se conoce la estructura de la conducta estu-
diada. Algunos de los investigadores, al referirse a la conducta proambiental, hablan
de un constructo unitario y proponen una medida de conducta general proecológica
(Ramsey, 1993; Smith-Sebasto y Fortner, 1994; Kaiser, 1998) que identif‌i ca al con-
junto total de prácticas protectoras del medio ambiente, mientras que otros reconocen
subconjuntos de esos comportamientos, que, aunque pueden estar relacionados, en la
práctica constituyen facetas independientes del comportamiento proecológico gene-
ral (Berger, 1997; Granzin y Olsen, 1991; Schahn y Holzer, 1990).
En el capítulo 3 de la presente obra Corral, Frías, Zaragoza y Fraijo se ref‌i eren a
algunas razones que podrían explicar el porqué el comportamiento proambiental se
presenta frecuentemente como conductas separadas unas de otras y qué condiciones
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CONDUCTAS PROTECTORAS DEL AMBIENTE
podrían posibilitar el que esas conductas independientes llegaran a conformar un
factor único de conducta proambiental. En este capítulo, nuestro interés se centra
en explorar empíricamente la naturaleza factorial del comportamiento proambiental.
Por “naturaleza factorial” se entiende la manera en la que se estructura ese comporta-
miento; es decir, si es plausible suponer que el mismo es un constructo unitario, si es
multifactorial (más de una dimensión) y cómo es que las dimensiones constituyentes
se relacionan entre sí.
La estructura del comportamiento proambiental
Numerosos estudios muestran que las conductas protectoras del ambiente se manif‌i es-
tan como acciones independientes unas de otras y, en ocasiones, francamente encon-
tradas entre sí. Bratt (1999), por ejemplo, encontró que limitar el uso del automóvil
no se correlaciona con el ahorro de energía en la casa, y Corral (1996) reporta que el
reuso y el reciclaje son conductas diferentes y potencialmente contradictorias. Además,
Lee, De Young y Marans (1995) muestran que el reciclaje en lo general no predice el
reciclaje de productos particulares. Por otro lado, en al menos dos estudios realizados
en México (Corral, 1996; Corral y Encinas, 2002) se reporta que el ser reciclador de
aluminio, no necesariamente lo convierte a uno en reciclador de papel. Tracy y Oskamp
(1984), al dividir un conjunto de prácticas proambientales en cuatro categorías: mante-
nimiento del hogar, transporte, reciclaje de objetos, consumo y protección ambiental,
encuentran que sólo las últimas dos categorías producen indicadores de consistencia
interna. Los autores también encontraron que los conjuntos de variables no mostraron
relaciones signif‌i cativas entre sí, lo cual muestra la dif‌i cultad de reportar una categoría
general de “comportamiento proambiental”. Estos resultados parecieran indicar, en-
tonces, que no existe una categoría general de “conducta proecológica” (CPE), sino que
la misma se manif‌i esta como un conjunto de factores múltiples independientes. Existe
una posibilidad alternativa, aunque relacionada con ésta, que plantea que, aunque la CPE
es multifactorial, sus factores o constructos pudieran eventualmente relacionarse entre
sí, como lo muestran los resultados de Tracy y Oskamp (1984).
De manera alternativa, otros autores suponen que existe un constructo unitario de
conducta proecológica y manif‌i estan esa suposición en escalas unifactoriales, como
la que presentaron Maloney y Ward (1973), quienes elaboraron la primera medida de
conducta ecológica general. Ésta consistía en una escala de 36 reactivos de conduc-
tas, con un formato falso/verdadero. Posteriormente otros autores como Sia, Hunger-
ford y Tomera (1986), Ramsey (1993) y Smith Sebasto y Fortner (1994) presentaron

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