Froylán M. López Narváez / México sitiado

AutorFroylán M. López Narváez

La República Mexicana contemporánea es un país sitiado sobre todo en su norte por bandas, casi milicias, de alta eficacia represiva y con colusiones con gente de gobiernos regionales y federales, con poderes financieros muy fuertes que les permiten ubicuidad en las ciudades mayores del país y en amplios territorios rurales, muchos bajo su jurisdicción y dominio. Mantienen vigorosas relaciones internacionales, sobre todo con corporaciones mafiosas de los Estados Unidos, Centro y Sudamérica.

Su administración criminal es magnífica. Lavan dineros y cerebros para conseguir súbditos que afrontan peligros, riesgos y asesinatos con una audacia y entereza que es equiparable a las sumisiones políticas y religiosas. Sostienen jefaturas que provocan lealtades y entreguismos semejantes a las que se suscitan entre liderazgos políticos y eclesiásticos. No es un paralelismo excedido amalgamarles a las cofradías que produjeron personajes como Cárdenas, Miguel Alemán o López Mateos, para citar a jefaturas de la política que perduraron décadas.

Se entiende que las sumisiones y lealtades son oriundas de otros motivos, repudiables, execrables, inadmitidos, odiosos. Pero si como se colige de la exoneración legal de Raúl Salinas de Gortari, él no fue imputable de la autoría intelectual del asesinato de su cuñado y que le hizo perecer en un crimen político, ahora las imputaciones y sospechas se enderezan a Ernesto Zedillo Ponce de León, a sus subalternos. Alguien tramó, una pandilla oficial se supone, el asesinato de un personaje tan equívoco que también auspició el perecimiento de su hermano Mario.

En este tipo de fechorías de alta perversidad se igualan también los asociados en mafias políticas y de narcotraficantes. Los asesinatos políticos, en todo el mundo, se asestan inmisericordemente. Tal se dice de la muerte de Carlos Madrazo Becerra y Luis Donaldo Colosio, aunque las versiones jurídicas afirmen que se trató de accidentes involuntarios, uno técnico y, el otro, perpetrado por un loco.

La desbordada ola de homicidios en contra de enemigos de carteles y de policías, verdaderos combatientes unos, de esta plaga envenenadora y homicida, en los estados de Sinaloa, Baja California, Sonora, Tamaulipas, el Distrito Federal, Guerrero, Jalisco, Michoacán, destacada pero no únicamente, las fugas y muertes en reclusorios, hospitales, calles, oficinas, aeropuertos, restaurantes, burdeles, hoteles, tribunales, agencias municipales y policiacas evidencian el arrojo tan...

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