Y frenaron las ambiciones autócratas de Erdogan

AutorTemoris Grecko

La carrera hacia la autocracia emprendida por Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, fue detenida en seco por dos de los sectores más golpeados de la política turca: la comunidad kurda y los movimientos sociales de izquierda.

Justo cuando el carismático político is-lamista, a quien muchos de sus simpatizantes complacen llamándolo El Sultán, buscaba una victoria electoral contundente que le permitiera reformar la Constitución e investirse con poderes que sus opositores consideran desequilibrados y propios de un autócrata, el novel Partido Democrático del Pueblo (HDP, por sus siglas en turco) logró abrirse paso entre los obstáculos de la ley electoral, entrar al Parlamento y, de esta forma, impedir que el Partido de la Justicia y Desarrrollo (AKP) conservara la amplia sobrerrepresenta-ción que ha gozado desde el año 2002 y que ahora era imprescindible para cumplir los deseos del mandatario.

El histórico rompimiento de la hegemonía del AKP y del tripartidismo fue conseguido gracias a 13% de los votos que consiguió el HDP en los comicios del domingo 7 de junio. La explicación de este éxito, dada por observadores con la premura de los primeros resultados, era que al fin los kurdos habían podido romper los candados legales, colocados en 1980 precisamente para limitar el número de sus representantes, merced a la coalición que -bajo el paraguas del HDP- establecieron con grupos de izquierda por los que se expresaban los manifestantes del parque Gezi. Ese gran movimiento popular, de mayo y junio de 2013, consolidó una plataforma electoral de la mano de la minoría kurda y buscó descarrilar el proyecto de Erdogan.

La realidad, como siempre, resulta más compleja: Ni el HDP es un genuino producto de la rebeldía de Gezi ni Erdogan ha sido totalmente derrotado. Si bien el momento parece ser un importante parteaguas, de él emergen más dudas que certezas.

La primera: ¿quién va a formar gobierno?

Con 40% de los votos y 258 diputados, al AKP le hacen falta 18 curules más para gobernar, y cualquiera de sus potenciales socios de coalición presenta demandas y limitaciones que hacen muy difícil llegar a un acuerdo.

Más complicado aún: si hasta el día de las elecciones parecía inconcebible un gobierno que excluyera al AKP, ahora esto se va convirtiendo en una exigencia de los principales dirigentes de la oposición, que proponen una alianza de los tres partidos restantes. Pero se trataría de una extraña mezcla de nacionalistas de extrema derecha, nacionalistas republicanos y el binomio kurdos-izquierda, con muy pocas probabilidades de funcionar.

Es ahí donde Erdogan ve su segunda oportunidad. Si no se puede formar un gobierno dentro del término legal de 45 días, "ir de nuevo a las urnas, como indica la Constitución, sería inevitable", declaró el lunes 15.

La apuesta del Sultán

Tras dar un golpe de Estado, los militares impusieron en 1980 una Constitución diseñada para excluir a los kurdos y a la izquierda del Parlamento: para entrar en él, es indispensable superar la barrera de 10% de los votos.

En Turquía, el resultado repetido en cada elección fue que los partidos más grandes obtuvieran representaciones excesivas.

Así, Erdogan condujo a su...

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