Felipe González/ Solidaridad y sostenibilidad

AutorFelipe González

En los países de alto nivel de desarrollo, esta cuestión se plantea en torno a la defensa del Estado de bienestar, construido en la sociedad industrial. En los emergentes, sometidos a políticas de ajuste que comprimen el gasto redistributivo, la frustración es doble: ansían recorrer el camino de las democracias desarrolladas, al tiempo que ven la crisis de las formas clásicas de cohesión social que padecen como una forma de alejarse de su horizonte la posibilidad de avanzar en la justicia social.

Para unos y otros, la concentración social y espacial de la riqueza en esta fase del desarrollo de la globalización, pone en crisis la compatibilidad entre crecimiento económico y redistribución. El viejo Keynes, acompañado de los creadores del Estado protector del individuo "desde la cuna hasta la tumba", parece definitivamente enterrado en ésta.

¿Se puede practicar la solidaridad en la era de Internet?

El empresario individual sólo habrá de tener en cuenta la optimización del beneficio, casi siempre a corto plazo, aunque un buen número de empresas también consideran el medio y largo dentro del criterio de optimización. En la nueva economía, la estrategia financiera de la empresa ocupa un lugar determinante, más atenta al valor bursátil que al beneficio clásico, que al cupón del accionista.

Para los responsables de la política económica, lo óptimo adquiere una dimensión diferente de la empresarial individual, incorporando los factores que consideran necesarios para hacer eficiente la nueva economía desde la perspectiva de los intereses generales. La interpretación de estos intereses generales marcará las diferentes alternativas políticas y las mayorías sociales.

La política económica progresista seguirá considerando la solidaridad, la cohesión social, como un criterio prioritario, pero un proyecto socialdemócrata será exitoso cuando muestre a una mayoría social, incluidos los actores económicos empresariales, que su política económica es más sostenible que la ofrecida por los proyectos alternativos. No estoy hablando sólo de compatibilizar eficiencia económica y cohesión social, sino de demostrar que la mayor eficiencia en la nueva economía está ligada al mayor grado de inclusión social.

Si esto fuera así, la clave para nosotros estaría en la definición de las prácticas de solidaridad, que, utilizando los nuevos instrumentos disponibles en la realidad emergente de la globalización, contribuyan a fortalecer el desarrollo de la nueva economía...

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