Federico Reyes Heroles / Lo terrenal y lo espiritual

AutorFederico Reyes Heroles

La fe mueve al mundo. En pleno siglo XXI la antigua sentencia sigue vigente. Hoy sabemos que la ampliación razonada de los misterios por medio de la ciencia no cancela, por el contrario, muy probablemente incentive al pensamiento religioso. Pero la fe, esa necesidad de creencias y explicaciones, no se da en el limbo. Las expresiones terrenales de la fe son encausadas y administradas por las iglesias. Los dirigentes religiosos tienen así una doble responsabilidad: tratar de satisfacer la vida espiritual de los seres humanos y, a la par, tratar de que las expresiones terrenales ayuden a la convivencia humana. Karol Wojtyla supo usar el gran poder de la Iglesia Católica para impulsar las libertades políticas de millones de oprimidos. El Papa polaco fue un muy hábil impulsor de la democratización de los regímenes comunistas y de otras áreas de mundo. Gran mérito.

El mundo que recibió hace un cuarto de siglo sufrió cambios muy positivos gracias en parte a las presiones que él ejerció. Pero las religiones o mejor dicho las tensiones que ellas provocan, y Wojtyla lo sabía muy bien, también han sido la principal fuente de violencia en la historia. La segunda mitad del siglo XX no fue la excepción. De allí el otro gran logro de Wojtyla: la distensión. La primera visita de un Papa a una mezquita, a una sinagoga, el encuentro con la iglesia ortodoxa, con los anglicanos, los palestinos, etcétera, son actos simbólicos que parten del reconocimiento de las nefastas consecuencias de las verdades únicas y toda religión lo es. ¿Cómo sostener la defensa de una fe y a la vez aceptar la validez de las otras expresiones? El dilema doctrinal es complejo. Pero las consecuencias políticas de la intolerancia son muy sencillas y se resumen en una palabra: violencia. Kolakowski recuerda la contradicción entre el Sermón de la Montaña, la aceptación pasiva de la violencia, el martirio y muerte de Jesús como ejemplo frente a la expulsión de los mercaderes del templo. Aminorar la intolerancia fue consigna política, muy terrenal de Karol Wojtyla.

Lo fue en un mundo en que la Iglesia Católica debía a los judíos en particular, pero también a la humanidad en general, algo más que una disculpa por el ominoso silencio de esa institución durante el Holocausto. La disculpa salió de la propia boca del Pontífice. El horror nunca tendrá remedio. Las iglesias pueden ser entidades civilizadoras o depredadoras. Una sexta parte de la humanidad, poco más de mil millones, se declara...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR