Un experto en trasplante renal

AutorEvlyn Cervantes

Era un día cualquiera en la División de Trasplantes de La Raza hasta que se presentó un paciente que plantearía un dilema ético a los miembros de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) del Centro Médico Nacional.

Requería un trasplante de riñón y contaba con un donador pero, si se presentaba alguna complicación y requería una trasfusión, debían dejarlo morir; al pertenecer a los Testigos de Jehová no le estaba permitido recibir sangre de otra persona.

Fue hace más de diez años, pero el doctor José Mariano Hernández Domínguez, quien en ese entonces ya estaba adscrito a la División de Trasplantes, todavía lo recuerda como uno de sus grandes retos quirúrgicos.

En conjunto con sus colegas del área, el especialista en cirugía de trasplantes, diseñó un programa para los miembros de esta religión, que consiste en preparar al paciente antes de la intervención quirúrgica para que no sea necesaria una trasfusión.

El Comité de Trasplantes, explica Hernández Domínguez, deliberó quién podía ser candidato a un trasplante, basado en que tuviera por lo menos un rango 10 de hemoglobina, un indicador necesario para descartar anemia u otro trastorno.

"Lo que se hace es que subimos la hemoglobina; por ejemplo, si tiene 7.5, para operarlo necesita al menos 10. entonces le doy eritropoyetina, que es un medicamento que hace que le suba la hemoglobina y cuando llega a 10, lo puedo trasplantar porque ahí ya tiene la sangre suficiente para que el riñón se pueda perfundir bien y no esté internado tanto tiempo.

"Ahora los (Testigos de Jehová) que vienen aquí y saben que los vamos a trasplantar, les ponemos mucha eritropoyetina, les subimos la hemoglobina, los trasplantamos y son siempre exitosos, además de que son pacientes que no están transfundidos", cuenta.

Vocación temprana

El doctor Hérnandez, originario de la Ciudad de México, supo que sería médico a los 12 años, cuando ingresó a la secundaria. La decisión, afirma, estaba motivada por aquellas pláticas sobre cirugías médicas que su mamá, la enfermera militar María Amalia Domínguez Hernández, sostenía con su padre, el cirujano oncólogo José Mariano Hernández López, particularmente a la hora de la comida.

"Ellos platicaban y decían en plena hora de la comida: 'Hicimos esta cirugía', 'Hicimos una vasectomía' y otros desparpajos que hacían con el cuerpo humano y yo me interesaba mucho en lo que contaban", recuerda.

Ya en la preparatoria, como alumno del Tecnológico de Monterrey del Estado de México, presentó...

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