Exigen indígenas pago por desalojo

AutorImelda García

ENVIADA

OCOZOTEPEC.- Cansados de los desvelos y hartos de los trámites con las autoridades del estado, los indígenas popolucas de este ejido del municipio de San Pedro Soteapan hacen lo que siempre han hecho: esperar.

Desde la muerte de su líder, Ramiro Guillén Tapia, quien el 30 de septiembre pasado se prendió fuego en la Plaza Lerdo, frente la sede del gobierno estatal, en Xalapa, las imágenes no se borran de su mente. No entienden que alguien haya dado su vida por ellos.

El hombre demandaba indemnización para por lo menos 32 campesinos, a cambio de abandonar un predio que presuntamente ocuparon de manera ilegal.

De pie, frente al Palacio de Gobierno, los indígenas esperan a que se dé el dinero prometido para que puedan comprar tierras en otro lado. Todos los días acuden al municipio, a ver cómo va su "asunto".

De promesa en promesa

La muerte de Ramiro Guillén deja abierto un capítulo más en la historia del ejido Ocozotepec, un poblado sumido en la pobreza y la migración de sus hombres a Estados Unidos.

Y es que los políticos de la región siempre prometen todo y nunca resuelven nada, acusan los indígenas.

Hace unos años les prometieron una clínica para atenderlos, y la clínica llegó, pero con un solo médico que únicamente atiende en días y horas hábiles.

Les prometieron también el drenaje, y no cumplieron; les dijeron que llevarían banquetas por donde caminar, pero nada se ha concretado.

El poblado tiene cuatro escuelas: un preescolar y una primaria con educación indígena; una telesecundaria y un telebachillerato.

Quienes quieren y pueden estudiar más, se van a Minatitlán o Veracruz, aunque son los menos.

Un conflicto añejo

Además de la pobreza de todos los días, los indígenas popolucas enfrentan desde hace 16 años un conflicto agrario que amenaza la paz social del lugar.

Comenzó cuando un grupo de 32 posesionarios reclamó derechos sobre 250 hectáreas de terreno que utilizaban para la siembra, mientras que 342 ejidatarios legalmente constituidos se negaban a reconocerlos.

Los posesionarios alegaron haber sido excluidos del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (Procede), y ser acosados por las autoridades ejidales para abandonar las tierras, lo que causó rispidez en el poblado.

Fue entonces que Guillén Tapia tomó la defensa legal de los posesionarios. La luz de esperanza de los popolucas de Ocozotepec estuvo a punto de extinguirse cuando el Tribunal...

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