Evocan su niñez desde el teatro y el cine

AutorNora Marín

Sin darse cuenta, María Rojo y Pepe Romay llegaron a los escenarios.

Ambos comenzaron su carrera artística cuando eran pequeños y hoy, 30 de abril, Día del Niño, recuerdan aquellas vivencias y travesuras en los lugares donde dejaron su infancia.

Mientras Rojo se escondía entre los telones de los teatros antes de comenzar la función, Romay encendía nitrato de plata en los cuartos de edición cinematográfica.

La protagonista de películas como La Tarea y La Tarea Prohibida tenía 8 años cuando empezó en Teatro Fantástico, al lado de Enrique Alonso Cachirulo, y ahí pasó parte de su niñez y de su adolescencia, como "la niña del cuento".

Su primer salario: 25 pesos

En su primer trabajo, recuerda, le pagaron 25 pesos a la semana, los cuales aún conserva tal como los recibió en un sobre amarillo que su mamá le guardó en un álbum.

De sus sueldos, aportó la mitad en su casa y se compró su tesoro más preciado: una bicicleta, luego un trastero, una recámara y se fue con su familia de vacaciones para conocer Acapulco.

Quizá por haber empezado tan chiquita, dice, no fue tan disciplinada en la primaria, pues asistía a la escuela cuando alternaba funciones con Angélica María en la obra de teatro La Mala Semilla, sobre una niña asesina.

"Estuve en escuela pública y fue mi maestra Rita Prado, quien me metió a trabajar, mis maestros son los que me vieron aptitudes para esto, no mi mamá. Fueron muy apapachadoras conmigo y eso me hace pensar que a lo mejor me hubiera faltado más disciplina en la primaria porque era la niña consentida".

Debuta Pepito desde bebé

Pepe Romay tenía 8 meses cuando su papá, el cineasta Joselito Rodríguez, lo requirió para interpretar a una bebé con moño de nombre Lupita en Café de Chinos, y después lo pintó de negro y le rizó el cabello para darle vida al pequeño protagonista de Píntame Angelitos Blancos.

"El departamento de producción no había conseguido a una niña que se llamara Lupita para que fuera bañada a jicarazos en la casa del chino (el protagonista de la cinta), entonces mi papá dijo: 'pónganle un moño a Pepe' y fue mi incursión. Obviamente, ni cuenta me di.

"En 1953, mi padre hizo una continuación de Angelitos Negros. Llevaron a un niño de 3 o 4 años y cuando llegamos a la filmación y el niño vio las luces, medio se asustó. Mi papá le dio ciertas indicaciones y el niño no las llevó a cabo como esperaba. Yo estaba familiarizado y le dije: 'quiere que hagas esto' y le hice la acción mecánica, entonces mi papá dijo: 'maquillen a...

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