La era de la evaluación en la educación mexicana. La gestación de un sistema burocrático de control bajo la bandera de la calidad

AutorÁngel Díaz Barriga
Cargo del AutorDoctor en Pedagogía por la División de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras (ffyl) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Páginas31-76
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Un signo de las reformas educativas que se han establecido a nivel
mundial a partir de los años noventa, es su clara orientación hacia el
mercado con la instauración de un pensamiento productivista que
tiene en el concepto “calidad de la educación”, la justificación más clara
para formular un sistema amplio de control sobre el proceso educativo
llamado evaluación. Denominamos orientación hacia el mercado, al
planteamiento que lleva a considerar el servicio educativo como una
tarea que puede ser analizada bajo la lógica de los productos, inclu-
yendo el estudio de los tiempos, recursos que se asignan y conside-
rando los resultados. En esta orientación los principales actores de la
educación formal (directivos, docentes y alumnos) son considerados
como insumos, los primeros intervienen en los segundos, mientras
que los alumnos portan los efectos de lo que se hizo en ellos y pueden
manifestarlo en productos, entiéndase en aprendizajes. Suponiendo a
su vez, que los aprendizajes son aquellas respuestas que los escolares
responden en una prueba a gran escala, el tema de la formación desapa-
rece o queda reducido al dominio de una cultura cívica.
Desde principios de la década de los años noventa, bajo la meta de
impulsar la calidad de la educación y, con el lema de desarrollar una
cultura de la evaluación, las políticas de la educación han tenido como
La era de la evaluación
en la educación mexicana.
La gestación de un sistema
burocrático de control bajo
la bandera de la calidad
Ángel Díaz Barriga*
*Doctor en Pedagogía por la División de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL)
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Investigador del Instituto de Investi-
gaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM.
Ángel Díaz Barriga
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eje rector la realización de múltiples actividades en este sentido, esta
cantidad de acciones ha venido conformando lo que forzadamente
debemos reconocer como un “Sistema Nacional de Evaluación”. Este
reconocimiento es forzado porque el sistema no fue concebido como
tal, sino que con la multiplicación de acciones finalmente se le puede
visualizar de esta forma, aunque contenga serias diferencias de con-
cepción en su estructura.
Un rasgo que caracteriza el sistema de evaluación establecido en
México es la ausencia de un debate conceptual en el que se examinen
las diversas escuelas de pensamiento que hay en el campo. A excep-
ción de las instituciones que realizan pruebas a gran escala, se puede
afirmar que el conjunto de evaluadores mexicanos responde a una
generación empírica, en la que haber sido evaluado o haber tenido la
experiencia de evaluador de los estudiantes, convierte a cualquier aca-
démico en experto en evaluación. Así, se pretende impulsar una cul-
tura de la evaluación, desconociendo paradójicamente el campo con-
ceptual de la misma.
Otro elemento que caracteriza la evaluación mexicana es su cali-
dad de compulsiva, que se manifiesta en la creación de programas de
evaluación al vapor, muchas veces uno detrás del otro, teniendo como
objeto de trabajo los mismos sujetos o aspectos idénticos (estudiantes,
profesores, programas), pero con orientaciones diversas en cada uno
de estos proyectos. Se puede afirmar que el ánimo que orienta la eva-
luación no es mejorar (un sentido didáctico de la evaluación), sino
exhibir ante la sociedad una serie de deficiencias no necesariamente
bien construidas, bajo un erróneo manejo del concepto de rendición
de cuentas. Así, por ejemplo: los alumnos de la escuela primaria mexi-
cana tienen que responder en el transcurso del año escolar por lo
menos seis tipos diferentes de pruebas a gran escala1 elaboradas por
1 Un supervisor escolar me indicó que en las escuelas de su zona los profesores se dedican
a preparar los exámenes que van a ser aplicados; al mismo tiempo señaló que “como salen mal
en las pruebas del INEE y de la DGE, la SEP Estatal ha elaborado una prueba para el Estado”. La
lógica que subyace en este sistema es a mayor número de pruebas mejor aprendizaje, tema que
es erróneo desde un punto de vista didáctico. Así como Bachelard decía “pensar para medir”,
nosotros desde un punto de vista didáctico enunciamos “trabajar los problemas de aprendizaje
en el método –instrumento por excelencia del trabajo docente desde Comenio– porque no son
las pruebas las que mejoran el desempeño escolar”. Cfr. Ángel Díaz Barriga, Didáctica y currículo,
México, Paidós, 1997, y El docente y los programas de estudio, Barcelona-México, Pomares-CESU-
UNAM-UAT, 2006.
La era de la evaluación en la educación mexicana
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distintos organismos, en ocasiones con fines idénticos: determinar el
aprovechamiento escolar de los alumnos. Tales pruebas son: Examen
para la Calidad y el Logro Educativo (EXCALE), Evaluación Nacional del
Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), Factor de Aprovecha-
miento Escolar, Prueba Estatal de Aprovechamiento, Instrumento
Diagnóstico de Alumnos de Nuevo Ingreso a Secundaria (IDANIS) (6o.
grado), más las pruebas internacionales que correspondan para el
año lectivo (Laboratorio de Medición de la Calidad de la Educación
OREALC-UNESCO, TIMMS).
Las pruebas nacionales alimentan los encabezados de prensa
“peores resultados en secundaria que en primaria”, “deficiencias en
el aprendizaje de las matemáticas”, etcétera. Se limitan a dar infor-
mación en general estadística, no construyen ningún sentido peda-
gógico de la información, los expertos no asumen ninguna respon-
sabilidad con lo que acontece en el aula, los docentes se sienten
exhibidos, pero sin ningún elemento didáctico que les permita mejo-
rar su práctica. Se ha creado un típico sistema de informar (dar datos
estadísticos) para no informar.
Un tercer rasgo de la evaluación mexicana es la creación de un
“efecto zanahoria”. Varios de los programas de evaluación, sobre todo
los de los académicos y de las instituciones vinculan los resultados de
la misma a la concesión de un dinero extra. En el caso institucional
–Escuelas de Calidad, Programa Integral de Fortalecimiento Institu-
cional (PIFI), Plan Estatal de Fortalecimiento de la Educación Normal
(PEFEN), Programa Integral de Fortalecimiento Institucional de la Edu-
cación Media Superior (PIFIEMS)– es para mejorar la infraestructura
institucional o para la realización de un proyecto académico especí-
fico, mientras que en el caso de los académicos para la educación
básica el resultado se integra de manera permanente a su salario, así
el programa Carrera Magisterial es un mecanismo de reclasificación
salarial por méritos, mientras que en el caso de los académicos de la
educación superior, área donde existe el mayor número de programas
–Sistema Nacional de Investigadores (SIN), Estímulos al Desempeño,
Programa de Mejoramiento del Profesorado (Promep)– el apoyo eco -
nómico se concede por el periodo de la evaluación, que dependiendo
del programa puede ser de uno a cuatro años. Exceptuando los niveles

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