Los Estoicos

AutorRubén Pacheco Inclán
Cargo del AutorEgresado por la UNITEC como Licenciado en Derecho
Páginas48-51
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LECCIONES DE ÉTICA. Conociendo el proceso histórico
Más profundamente conciben los estoicos la superación del mundo en el
hombre. La ética estoica constituye la más aguda antítesis a la losofía
del egoísmo. Evocando a Aristóteles, hacen ver los estoicos que la esencia
propia del alma se maniesta en la capacidad racional, por obra de la que se logra
ahogar las pretensiones de los impulsos; naturales, las excitaciones del sentimiento
de la voluntad, provocadas por los sentidos en su contacto con los objetos del mundo
externo y referidos a los propios sentidos, es para ellos, lo contrario a la naturaleza;
en cambio, ven en la razón la naturaleza no sólo del individuo, sino del universo en
general. Aunque se apropian la sentencia de los cínicos, que ve en lo bueno por ex-
celencia lo moralmente natural, idéntica expresión encierra para ellos, empero, un
pensamiento por demás diferente.
Siendo el alma una parte de la razón cósmica, no puede tolerar dentro de sí exi-
gencias instintivas de los sentidos, en cuya resistencia, exclusivamente, habían visto
los cínicos la esencia de la moralidad: las exigencias de la naturaleza, idénticas a las
de la razón, se encuentran en conicto con las de los sentidos. De aquí se desprende
el contenido positivo de la moralidad de los estoicos, lo bueno es la armonía con la
naturaleza, una ley de valor normativo para la parte sensible del hombre.
Pero en esta fórmula aparece la naturaleza en un doble sentido. Con ella se pien-
sa, por una parte, la naturaleza general, la fuerza cósmica, creadora, la nalidad del
mundo, el logos. Según esta acepción del vocablo, la moralidad humana reside en la
sumisión a la ley natural, en la completa obediencia del curso cósmico, que es una
necesidad eterna. Ahora bien, puesto que la razón universal en la doctrina estoica
es la divinidad —la virtud, la sumisión a Dios y a la ley divina no es otra cosa que la
subordinación al orden cósmico y al mandato de la providencia: la lex naturae es la lex
divina—.
Una equiparación, por cierto, de extraordinario inujo para la prosperidad. La
virtud del individuo perfecto que, ante los otros seres y su vida impulsiva, exige en sí
mismo recogerse autárquicamente y a sí mismo tranquilizarse, aparece ligada a algo
general y todo poderoso.
Los estoicos desarrollan teorías sobre la sociedad y el Estado. El hombre es un ser
social por naturaleza, debido a la identidad que su alma tiene con la razón cósmica:
precisamente por eso pocas excepciones admite este imperativo social fundado en la
razón. El más inmediato de los vínculos sociales es la amistad, la convivencia de los
individuos virtuosos movidos por el afán de realizar la ley moral. Pero de semejantes
relaciones puramente personales pronto se eleva la doctrina estoica a un principio de
suprema generalidad, a la integridad de los seres racionales. Como parte de la razón
cósmica, constituyen dioses y hombres una comunidad racional de vida, un sistema
político, donde cada individuo es un miembro insustituible. El género humano, pues,

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