El estereotipo de género como factor estratégico: comunicación política sin corbata

AutorAlberto Pedro López-Hermida Russo
Páginas59-113
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INTRODUCCIÓN
Sin bien la llegada hace medio siglo de la mujer a la
esfera política fue cierta mente tímida y, con el paso
de los años, no parece tomar el impulso que mu-
chas veces se quisiera, es un hecho incuestionable
que cada vez que una candidata aspira, compite,
gana y detenta un cargo de poder, genera cierto im-
pacto en su entorno, los medios de comunicación y
la opinión pública en general.
Un rápido repaso a los países que actualmente
son encabezados por una mujer permite evidenciar
que el “fenómeno” se da en los cinco continentes; en
Estados de 165 mil habitantes como de 150 millo-
nes; en estructuras parlamentarias o fuertemente
presidencialistas; tanto en democracias jóvenes
como en Repúblicas de honda tradición democrá-
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Alberto Pedro López-Hermida Russo
tica; en gobiernos de centro izquierda como de
derecha e, incluso, por primera, segunda o tercera
vez consecutivas.
Casos paradigmáticos como el de Margaret That-
cher; de marcada presencia como el de Angela
Merkel; con fuertes vaivenes como el de Yulia Tymo-
shenko; dramáticos como el de Benazir Bhutto, o
llamativos como el de Johanna Sigurdardottir son
sólo un botón de muestra del casi centenar de polí-
ticas que han llegado a lo más alto en sus países.
Dentro de las tres decenas de mujeres que, de
algún u otro modo, encabezan actualmente el poder
en sus respectivas naciones, Latinoamérica es una
región de interesantes contrastes, pues pese a estar
fuertemente enmarcada bajo la efigie de un machis-
mo medular, ha demostrado en los últimos años
saber abrir altos espacios políticos a mujeres en
los países más importantes del continente.
Cabe advertir en todo caso que celebrar el triunfo
de una mujer en nuestro continente como en cual-
quier rincón del globo como el fin de cualquier po-
sible discriminación parece una reacción algo infan-
til y reduccionista.
El estereotipo de género como factor estratégico
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La reciente candidatura a la Presidencia mexica-
na de Josefina Vázquez Mota, si bien es la quinta en
la historia del país, es la primera que, en algún mo-
mento, tuvo reales posibilidades de ganar y dar con-
tinuidad al gobierno entonces en ejercicio.
Su aparatosa derrota, no obstante, debe enten-
derse como una lección con múltiples aristas, una de
las cuales es, aunque no la más importante, la de su
condición de mujer.
Quienes se dedican a la comunicación política,
tanto en México como en otros países, deben ser
ca paces de tomarle el peso suficiente al género
del candidato. La profesionalización de este sector
exige el que no vuelvan a insinuarse sentencias
reduccionistas como el que tal o cual candidata per-
dió o ganó exclusivamente por ser mujer, o por el
contrario, el que ser mujer le es radicalmente indi-
ferente al electorado, a los medios y a la misma
clase política.
Resulta evidente que la historia, cultura, idiosin-
crasia y madurez de cada pueblo condiciona la rele-
vancia concreta que debe dársele a una candidata
mujer y, por lo mismo, Michelle Bachelet, Cristina
Fernández, Dilma Rousseff y Laura Chinchilla su-

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