Espacio público, banquetas y paisaje urbano en la colonia Roma Norte, Ciudad de México

AutorGuillermo Boils
Páginas111-145
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A Priscilla, quien ha decidido volver a llevar vida de peatón.
Cuando la gente dice que una ciudad es peligrosa,
o que una parte de ella es una jungla, lo que quiere decir
es que no se siente segura en sus banquetas.
The Death and Life of Great American Cities,
JANE JACOBS
Introducción
En este texto dirigí la mirada hacia el examen de las banquetas, sus usos y
sus usuarios, dado que éstas conforman un componente fundamental del
espacio público en las ciudades. Pero además, me motivó realizarlo el que
tales espacios casi no han sido analizados, en las múltiples zonas de la
Ciudad de México. Aparte de que, junto a su carácter de escenarios de
interacción social, también llegan a ser con frecuencia lugares esenciales
en la conf‌iguración del paisaje urbano. El análisis de dichos componen-
tes urbano-paisajísticos que recogen estas páginas lo realicé de manera
directa en la parte más antigua de la colonia Roma, en la Ciudad de
México. Aquel amplio segmento urbano, que hoy día se encuentra encla-
vado en el territorio de la ciudad central.
El perímetro cubierto corresponde al que abarcó la primera etapa de
esa colonia, en un lapso de casi dos décadas. Me ocupé de esa colonia por
ser un barrio residencial donde se introdujeron elementos urbanos y pai-
Espacio público, banquetas y paisaje urbano
en la colonia Roma Norte, Ciudad de México
Guillermo Boils*
* Instituto de Investigaciones Sociales/Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional Autóno-
ma de México (UNAM).
Guillermo Boils
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sajísticos, pioneros en la capital mexicana al inicio del siglo XX, en parte
inspirado en las propuestas europeas de la ciudad jardín. Pero en especial,
atendiendo a que sus banquetas han fungido como espacios primordiales
para el despliegue de la vida barrial desde su fundación. Por lo mismo,
incluyo un último apartado sobre el origen de la colonia, ref‌iriéndolo
primordialmente a sus banquetas, como rasgo destacado de la traza en
la que fuera entonces una muy novedosa urbanización, sobre todo para la
clase media acomodada y la clase dominante.
Una primera aproximación al tema la tuve hacia mediados de 2008
cuando varias dependencias de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), entre ellas el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS),
la Coordinación de Humanidades y la Casa Universitaria del Libro, orga-
nizaron la mesa redonda denominada “Paisajes urbanos de la colonia
Roma”. Mi breve intervención ahí se centró en los aspectos paisajísticos
de esa colonia, enfatizando las características de la f‌lora existente en sus
espacios públicos, así como la función de éstos en el entramado urbano-
arquitectónico. Meses después se aprobó un proyecto del Programa de
Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT)
auspiciado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico
(DGAPA) de la UNAM sobre “Espacios públicos y ciudadanía en la Ciudad
de México” y coordinado por la doctora Patricia Ramírez Kuri, quien me
invitó a participar en esa propuesta. De esa manera fue adquiriendo ma-
yor def‌inición el estudio del que derivan estas líneas. Junto al análisis de
la situación actual de las banquetas.
Algunas precisiones de términos
y otras consideraciones iniciales
En México solemos denominar banquetas a las aceras; es decir, aquellos
espacios públicos que están destinados principalmente para la circulación
peatonal. Son andadores continuos, situados entre el frente de las casas o
predios y las vías de circulación vehicular, junto a las que se despliegan
corriendo paralelos. Esos espacios lineales, a manera de corredores o pa-
sillos abiertos, suelen estar separados del arroyo de vehículos, por una
altura de varios centímetros por encima del nivel en el que se desplazan
dichos medios de transporte. Por lo que esa elevación conforma una suerte
de síntesis entre escalón y plataforma, a modo de vereda. Misma que, a su
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encuentro con el arroyo vehicular, generalmente está delimitada por un
borde que es conocido como guarnición y que funge como el peralte en el
peldaño de una escalera.
Las banquetas, o aceras, tienen un ancho variable en el espacio desti-
nado a la circulación de los peatones o transeúntes. Así, las hay desde
muy estrechas, que miden apenas unas cuantas decenas de centímetros,
hasta las que tienen un ancho de varios metros. Su función primordial,
por no decir casi única, está pensada y materializada con el f‌in de servir
como espacios para que a través de ellas caminen con seguridad los pea-
tones, separados del arroyo vehicular. Por lo mismo integran un compo-
nente de importancia en el espacio público citadino, formando parte de la
llamada vía pública. Es así que diversos ordenamientos del Distrito Fe-
deral, que se verán adelante, regulan su funcionamiento, sobre todo los
vigentes reglamentos de Tránsito (2007) y el de Construcciones (2004). En
los que se pone en evidencia la importancia que encierran dichos espacios
como partes constitutivas de la vía pública, en tanto espacios destinados para
que por ellos transiten los peatones.
Empero, llama la atención que a pesar de ser espacios clave para el
desplazamiento de las personas que se mueven caminando en los asenta-
mientos humanos, hayan sido poco atendidos por los estudiosos de la
movilidad en las ciudades mexicanas. Y es que, tanto para la mayoría de
los medios, las empresas, así como para las prácticas seguidas por autori-
dades locales y federales, las vías de circulación fundamentales tienden
a ser las destinadas al f‌lujo de vehículos. Este hecho ya nos habla de una
clara subestimación de los ciudadanos de a pie, privilegiando al desplaza-
miento motorizado. De esa suerte cada vez más las ciudades mexicanas, y
en especial la más poblada de éste país, parecen estar pensadas y construi-
das ante todo para que los vehículos se desplacen. Mientras que los espa-
cios por donde deambulan los peatones, tienden a ser algo muy, pero
muy, secundario en las preocupaciones de los tomadores de decisiones.
Una última precisión se ref‌iere al territorio cubierto por el estudio,
que se extiende únicamente por la porción primigenia de la colonia Roma
y que no abarca a la totalidad de ese barrio en la actualidad. Este segmento
de ciudad fue el original de esa urbanización, entre los años 1902 y 1920,
y está delimitado al oriente por la actual avenida Cuauhtémoc (entonces
denominada avenida de la Piedad); al sur por la calle de Coahuila; al norte
por la avenida Chapultepec, y al poniente por Insurgentes, cuyo nombre
en aquel tiempo era el de avenida Veracruz. Sólo quedó excluido del polí-

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