La escandalosa infamia de la pederastia clerical en México

AutorLeopoldo Cervantes-Ortiz

En principio, podría pensarse que no habría diferencias en relación con el abuso sexual contra menores entre las iglesias, pero la realidad cultural y social muestra que las hay. Desde mediados del siglo XX el sociólogo protestante francés Roger Mehl (1912-1997) diferenció teológicamente la moral sexual del catolicismo y el protestantismo: "Sean cuales fueren las motivaciones diversas que han llevado a la Iglesia a instaurar a partir del siglo XII y a mantener desde entonces el celibato de los sacerdotes, es cierto que esta ley implica la siguiente idea: la vida religiosa es la forma por excelencia de la vida cristiana, es la vida cristiana perfecta; por eso precisamente ha de estar vinculada a diversas formas de ascesis y éstas tienen por objeto someter el cuerpo, limitar su poder sobre la persona. Particularmente la sexualidad, forma eminente de la vida del cuerpo, no ha de tener lugar en la vida del sacerdote. Hay una especie de incompatibilidad entre la función santa por excelencia que representa el ofrecer a Dios el sacrificio eucarístico y la vida sexual, pues pone al hombre en una especie de estado de impureza".

Partiendo de este planteamiento, se podría decir que las vías de escape externas y forzosas para la obediencia del celibato serían tres, por lo menos: la fornicación heterosexual, la homosexualidad entre adultos y la pederastia, aun cuando la caracterización del problema no sea así de simple y su complejidad psicológica, ética y espiritual va más allá de esta categorización de "respuestas" a la práctica del celibato, lo que no ocurre en las iglesias protestantes.

Esta diferencia formal no siempre aparece con claridad en los medios de comunicación, debido a que no se conoce suficientemente el contexto doctrinal y práctico de las iglesias no católicas. El historiador bautista puertorriqueño Samuel Silva Gotay, basado en una amplia gama de fuentes, escribió al respecto: "Es también justo señalar que este problema de la pedofilia no es privativo del clero de la Iglesia católica, sino que lo encontramos en todas las denominaciones religiosas y organizaciones de niños, como escuelas y colegios (...) Lo que sucede es que la magnitud del problema en la Iglesia católica es colosal. Éste se refleja en la enorme cantidad de casos, publicidad, estudios, bibliografía y descomunales efectos institucionales. Según algunos analistas de la propia Iglesia, esto se debe no sólo al carácter patológico del pedófilo, sino también, al carácter...

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