Ernesto de 'Hang-Over'... El príncipe borracho

AutorEugenio Guzmán

La semana pasada, el 23 de enero para ser exactos, la Princesa Carolina de Mónaco cumplió dos aniversarios.

Por un lado, llegó a los 53 años de vida y, por el otro, a 11 años de matrimonio con el Príncipe Ernesto de Hannover.

A pesar de tener dos motivos para celebrar, no hubo festejo. El brindis se quedó encerrado en una botella de champán porque desde hace meses la historia de su matrimonio es la crónica de un divorcio anunciado.

No es necesario investigar demasiado para concluir que el motivo principal de la ruptura es el comportamiento de Ernesto, de 55 años, cuya debilidad con el vino, el juego y las mujeres más jóvenes está ampliamente documentada.

Tan sólo hace unos días, salieron a la luz fotografías en las que el aristócrata alemán chapoteaba en una playa de Tailandia junto a una joven (hasta ahora no identificada), mientras que Carolina y su hija Alexandra vacacionaban en Suiza.

Medios europeos como la revista Hello! reportan que, desde septiembre pasado, la pareja ya no vive bajo el mismo techo; y de acuerdo con el portal de Perez Hilton, los dos fueron captados juntos en público apenas tres veces durante todo el 2009.

Éste sería el tercer fracaso matrimonial para la Princesa.

Primero estuvo casada con Philippe Junot, de quien se divorció en 1980; luego con Stefano Casiraghi, fallecido en un accidente acuático en 1990, y finalmente contrajo matrimonio con Ernesto en enero de 1999.

'Mala copa'

La personalidad iracunda y fiestera de Ernesto de Hannover desde siempre le ha causado problemas a Carolina y al Principado de Mónaco.

En el año 2000, justo un año después de haberse casado con la Princesa, el diario Bild publicó que el noble alemán había golpeado salvajemente al propietario de un bar en Kenia supuestamente porque éste tenía la música a un volumen muy alto.

El propietario de la discoteca, identificado como Josef Brunlehner, fue internado en un hospital con varias costillas rotas y heridas en el rostro.

Meses después, Ernesto fue hallado culpable por el cargo de lesiones graves y sentenciado a pagar 587 mil dólares para la reparación de los daños. Además, tuvo que cumplir ocho meses de libertad condicional.

Su abogado defensor alegó que había actuado con tal saña por encontrarse bajo los efectos del alcohol, dato por el cual un juez recomendó al Príncipe internarse en una clínica para tratar su problema etílico.

Ésta no fue la primera manifestación violenta derivada de su "mala copa", pues en 1998 agredió con una sombrilla a...

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