Entrevista / Apuesta Luna al diseño original

AutorFernando de Ita

Cuando al arquitecto Alejandro Luna se le pregunta en qué obras se equivocó de plano de solución, no duda en responder: "Si pudiera, haría todas de nuevo, diferentes".

Con un largo y fructífero trabajo como escenógrafo, maestro y hombre de teatro, Luna recibe mañana el doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de Baja California. Aprovechamos el acontecimiento para poner al día la noción de Luna sobre su obra.

Revisando su obra notamos que es ecléctica, no se ciñe a una sola corriente y busca soluciones diferentes para el mismo hecho escénico. Se habla de "La escuela de Alejandro Luna", ¿qué elementos que constituyen ese magisterio?

"Puedo reconocer que me formé en medio de dos corrientes a las que no pude pertenecer: la de los escenógrafos de oficio, Julio Prieto, Antonio López Mancera y David Antón, y la de los artistas plásticos que hoy llamamos de "La Ruptura". Me influyó también estrenar la Ciudad Universitaria, estudiar con los arquitectos funcionalistas y organicistas que consideraban lo escenográfico como algo peyorativo. Lo que llamas eclecticismo es el reconocimiento de la enorme riqueza que contiene la dramaturgia y las posibilidades de interpretación del colectivo que preside el director, en los diferentes presentes.

"Con mis alumnos he compartido mis convicciones: el reconocimiento de la prodigioso en el arte mexicano, la apertura a todas las inquietudes y la conciencia de que si el teatro no es para hoy, no es".

Después de 45 años de diseñar teatros reales y escenarios ficticios, ¿qué le queda por intentar, por descubrir, por proponer?

"Cuando diseño una escenografía intento olvidar los 45 años, no pienso en proponer, ni en descubrir, reacciono a estímulos y limitaciones. Cuando asesoro teatros intento que sean útiles hoy y también dentro de 50 años. Esto último me inquieta porque no lo podré comprobar".

Pocos artistas del teatro mexicano son tan unánimemente reconocidos por su talento como usted. En esta admiración ya nadie critica sus trabajos en voz alta, aunque en baja digan, por ejemplo, que su escenografía del "Don Juan Tenorio" era burocrática, y que sus diseños siguen avasallando a los otros elementos del montaje.

"Hubo que ir a Praga y a Canadá para comprobar que, lejos de la rigidez de la tradición y...

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