Entregas en caliente / Trinchera

-¿Qué sabes hacer? -le preguntó el capitán Espada a Paco Jones, quien de inmediato respondió con orgullo el oficio que siempre le había dado de comer.

-Soy mensajero.

-Eso no me sirve.

Jones pretendía cruzar el océano Atlántico ofreciendo sus servicios trabajando en un barco y se quedó sin palabras con la actitud hosca del marinero. Paco se hubiera retirado cabizbajo de no ser porque al capitán se le ocurrió otra pregunta:

-¿Sabes hacer algo más?

-Sé tratar a las mujeres -dijo Jones por instinto; en automático.

Cuando vio la cara que puso el capitán, pensó que se iba a burlar de él; que le respondería que eso servía todavía mucho menos, pero el capitán estaba experimentando un conflicto interno profundo y doloroso. Cómo era posible que este gigolito se presentara así, cínicamente a pedir trabajo con ese argumento. Los siete divorcios del capitán estaban gritando en su cabeza como la mejor prueba de que él no sabía tratar a las mujeres. Se le trabó la quijada y puso una cara de pocos amigos al recordar que precisamente un chamaco como Jones le había robado a su último amor. Una gélida mañana después de navegar los siete mares, llegó cansado a su casa para descubrir a su mujer disfrazada de sirena, con el cabello suelto teñido de rojo y los senos al aire follando con ese joven disfrazado de marinero con la propia ropa del capitán. Ella se agarraba del timón que el capitán tenía en la sala como reliquia de la primera vez que atravesó el Atlántico y el chamaco le daba por atrás mientras ella gemía como tratando de alcanzar los oídos de Ulises.

De pronto el capitán sonrió al recordar cómo había exterminado al chamaco por más que su mujer argumentara que follaban así para recordarlo a él.

Después tuvo una iluminación; dejó de pensar como el hombre desairado que era y un...

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