Entregas en caliente / Los prejuicios de Natasha

Natasha lleva varias jornadas follando en el Purple Onion Saloon. Para quien lo ve desde fuera, parece un burdel salido del pasado. Las mujeres llevan vestidos con crinolinas y encajes. Los hombres van con sombrero. Si no fuera por el inmenso frío que hace en Alaska, hasta parecería que es un pueblo del viejo oeste. Natasha se ha dejado llevar por la intensidad de sus habituales. Folla con pescadores que apestan y no saben acariciar pues tienen las manos rasposas como lijas que le dejan los pezones enrojecidos. También ha participado en varias orgías con hombres rudos y mujeres más fuertes aún. Ya ha aprendido que el sadomasoquismo aquí no precisa de disfraces. Para ello bastan los látigos con los que fustigan a los perros. Está tan embelesada con un sexo poco tierno que hasta ha olvidado a sus amigos: Rebeca flotando en un témpano de hielo. Paco y Ricky a miles de kilómetros más al sur.

Es cuando conoce a T. D. Plus, un nombre cuando menos extraño. Hace hasta lo imposible por pasar la noche a solas con Natasha. La desnuda con una sutileza que contrasta con la de los marineros. Se entretiene una eternidad desanudando las agujetas del corsé de la rusa sólo para quedarse extasiado viendo sus tetas blancas y redondas. Las lame un buen rato antes de quitarle la falda. Desliza las medias a lo largo de sus piernas con una lentitud exasperante, como si quisiera recordar, a fuerza de puro tacto, la maravillosa sensación de recorrer esos muslos bien formados. Le deja la tanga puesta, también los ligueros. No permite que Natasha se lleve su miembro a su boca. La gira para penetrarla por detrás.

Natasha gime, aunque le parece más estar follando con un enorme consolador que con una persona. T. D. Plus no termina. Si deja de follar es porque está exhausto: dar embestidas durante más de una hora puede ser agotador. Natasha lo intenta de nuevo, quiere poner el miembro del hombre, que es inmenso, en su boca, hacerlo venirse en su cara. Él se niega de nuevo. Se viste apenas y comienza a llorar.

Natasha descubre una nueva ternura dentro de ella. Acuna su cara sobre sus piernas, le acaricia el pelo mientras le pregunta qué es lo que sucede.

Entonces T. D. Plus se lo confiesa. De entrada, no se llama así. Esa combinación de letras se la puso cuando decidió cambiar de sexo. Sí, antes era una hermosa mujer que sabía que estaba atrapada en un cuerpo femenino, pero era hombre. A Natasha no le queda claro por qué alguien querría cambiarse de sexo...

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