Enrique Krauze / El Paseo liberal

AutorEnrique Krauze

El gobierno que se proclama liberal quiere modificar la escritura liberal de nuestra historia plasmada en el Paseo de la Reforma. No hay razón que lo justifique. La concepción de esa avenida debe mucho a Vicente Riva Palacio, general, escritor, editor de México a través de los siglos y autor del volumen sobre la Colonia, segundo de esa colección. Difícil encontrar en el siglo XIX un hombre más ponderado y sensato. Un liberal eminente.

La historia que precedió a aquel diseño es conocida. Para unir el viejo centro de la capital con el Castillo de Chapultepec, Maximiliano ordenó la construcción de una calzada inspirada en los bulevares parisinos. Paradójicamente, la recepción triunfal al presidente Juárez al restaurarse la república, el 15 de julio de 1867, ocurrió a la entrada de aquel "Paseo del Emperador".

En febrero de 1872 Juárez decidió cambiar el nombre por el de "Calzada Degollado" en honor del fiel don Santos, el "héroe de las derrotas". Su sucesor, Sebastián Lerdo de Tejada, acuñó el nombre definitivo de "Paseo de la Reforma" en homenaje a ese periodo axial de nuestra historia. En tiempos de Porfirio Díaz la avenida adquirió un discurso simbólico con la colocación de hitos monumentales en sus glorietas y camellones. El Paseo se volvió una cátedra abierta de "historia patria".

Cronológicamente, el primero de aquellos hitos fue el monumento a Colón, obra del francés Charles Cordier, inaugurado en 1877 con el patrocinio de Alejandro Arango y Antonio Escandón. Al enaltecer a Colón, el monumento refrendaba el valor que le daban los liberales a la inserción del país en la civilización occidental, pero en el mejor espíritu cristiano (propio también de muchos liberales) conmemoraba el legado espiritual de los grandes religiosos del siglo XVI, representados en sendas estatuas sedentes por fray Pedro de Gante y fray Bartolomé de las Casas. Gante, precursor de la evangelización franciscana, enseñó el idioma y el catecismo a los indios mediante el teatro y autos sacramentales. Las Casas, profeta dominico, fue el mayor defensor histórico de los indios. Ningún liberal mexicano, ni siquiera Ignacio Ramírez, negó la obra benemérita de esos misioneros.

Ese mismo año, Díaz apoyó la idea promovida por Riva Palacio, su ministro de Fomento, de colocar en la siguiente glorieta del Paseo un monumento dedicado a Cuauhtémoc. Se inauguró en 1887. Con apego al libreto liberal, los escultores Miguel Noreña y Epitacio Calvo y el arquitecto Ramón...

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