Enrique Krauze / Hallazgo histórico

AutorEnrique Krauze

Algo extraordinario ha ocurrido en la historia visual de la Revolución Mexicana: la aparición de una filmación original, inédita en buena medida. La película, editada a fin de los años veinte y terminada en color sepia, dura poco más de una hora y complementa a la célebre "Memorias de un mexicano", de Salvador Toscano. Sus autores -se dijo en una reciente exhibición en la Biblioteca del Congreso en Washington- pudieron ser los hermanos Alva. El documento fue propiedad de un coleccionista privado en Nueva Jersey. El incansable investigador mexicano Gregorio Rocha le siguió la pista por años, hasta enterarse de su adquisición por parte de la magna Biblioteca. Por problemas de derechos, el público deberá esperar un tiempo indefinido para verla.

El filme cubre la etapa 1909-1914 y de allí salta al asesinato de Obregón, en 1928. Las latas correspondientes a las etapas intermedias están perdidas. Las escenas transcurren sin el ritmo apresurado que desfigura otros testimonios. De los tiempos porfirianos hay largas tomas sobre el encuentro Díaz-Taft en Ciudad Juárez y una cobertura generosa de las Fiestas del Centenario: discursos en el Hemiciclo a Juárez, la inauguración del Monumento a la Independencia (una niña posa al pie de un pedestal: es Antonieta Rivas Mercado), el desfile militar (con la fuerte presencia de "Los Rurales"), buenos acercamientos a Porfirio Díaz (el pecho cuajado de medallas, caminando con paso firme) y una conmovedora secuencia del encuentro entre los Mexicas y los españoles, ideado por Justo Sierra como broche histórico del mestizaje: el hierático Moctezuma, acarreado en su palio; Hernán Cortés a caballo, saludando alegremente. De pronto ... "algo inesperado ocurre en Ciudad Juárez".

Aparece Pascual Orozco, con sus tropas animosas y desordenadas, y Madero, en su famosa conversación con Carranza, una encendida arenga a las tropas, su entrada triunfal a la ciudad de México. Las escenas parecen desprenderse de fotografías conocidas: gracias a ellas ahora conocemos el antes y el después de cada instante. Mareas humanas, tropel de caballos, oleadas de sombreros, obsesión mexicana con los desfiles, como si fueran rúbricas de la historia. Y deambulando en cada escena, perros callejeros, niños perdidos, madres y soldaderas.

La visita de Madero a Morelos dura varios minutos. Yo había visto las procesiones zapatistas en fila india, en las afueras de Cuernavaca, pero no con ese ritmo dilatado, no con esa amplitud de paisaje, no con el...

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