Enrique Canales / Ciencia de la corrupción

AutorEnrique Canales

¿Entendemos a la corrupción? Si la entendiéramos podríamos combatirla con efectividad como se combate a una enfermedad conocida y estudiada. Prueba de que somos muy brutos en cuanto a nuestro entendimiento y evaluación de la corrupción es que López Obrador y Bernardo Bátiz persiguen con mayor ahínco a los chismosos del delito que al delito mismo. Es más, ni siquiera distinguimos entre diferentes tipos y grados de corrupción.

Algunos analistas equiparan la reciente manifestación de corrupción de jerarcas y funcionarios del PRD a la grandiosa ordeñada de gasolina de los sistemas de distribución de Pemex, al tenebroso Pemexgate, a la desfachatez del "Niño Verde" con la corruptela de los Amigos de Fox o los graciosos y benéficos donativos a Vamos México. ¿A poco se equiparan? Es más, en Vamos México, no veo ninguna maldad. Para que vean.

Somos ignorantes porque ni siquiera tenemos, que yo sepa, una cartografía o una clasificación aunque sea provisional o precientífica de la corrupción y adecuadas explicaciones causales del fenómeno. La forma como la ley tipifica estos actos delictivos no nos sirve para iniciar una ciencia de la corrupción, ni es su intención.

Entonces, Andrés Manuel tiene tres problemas, demostrarnos que no es corrupto, que sabe administrar para evitar la corrupción y, además, que no es tonto. Entonces, cualquier gobernante como Andrés Manuel puede ser al mismo tiempo un corrupto, un ignorante y un tonto. La ignorancia tiene solución, lo corrupto es más difícil de curar, pero lo tonto no tiene remedio.

En el año 1640, los jesuitas, a sus cien años de existencia, ya se habían vuelto expertos en "causística" para distinguir los diferentes tipos de pecados y contaban con cerca de 20 mil casos de pecados clasificados. Ese esfuerzo nunca llegó a ser ciencia, pues todo se lo achacaban a la falta de la gracia de Dios o a las obras del demonio. Blaise Pascal, en sus Cartas Provinciales de 1656, criticó con lógica los errores de esta casuística y el proyecto sucumbió. Ver el libro "The Abuse of Casuistry" de A.R. Jonsen y S. Toulmin.

Para disminuir la corrupción, yo no esperaría a que la religión nos infunda suficiente resistencia a la tentación. Ya hemos probado los efectos de la religión por varios siglos y seguimos siendo de los más corruptos. Si la religión hasta la fecha no nos ha ayudado, ni los partidos tampoco, ¿entonces? ¿Cuál es el remedio en el horizonte?

La Policía tampoco tiene reputación de verticalidad y no es cierto que...

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