Los 68: encuentro de muchas historias y culminación de muchas batallas

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AutorRicardo Pozas Horcasitas
CargoDoctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Doctor en Sociología Política por la Escuela de Altos Estudios de París - Francia
Páginas19-54
Los 68: encuentro de muchas historias y
culminación de muchas batallas
Pozas
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Los 68: encuentro de muchas historias y
culminación de muchas batallas*
Ricardo Pozas Horcasitas**
Resumen
El presente texto se mueve en el entramado de los eventos que fueron forjando la ima-
gen y la representación de los sesenta por los habitantes de ese tiempo histórico, hasta
desembocar en los movimientos estudiantiles de 1968, movimientos sociales que son su
culminación y que condensan, política y culturalmente, las transformaciones surgidas
durante la segunda posguerra mundial.
Abstract
In this essay the author wanders through the events that forged the image and the repre-
sentation of the sixties, culminating in the 1968 student movements. These movements
are the cultural and political condensation of the transformations that emerged in the
post- World War II period.
Palabras clave: los sesentas, nuevos movimientos sociales, contracultura, feminismo,
juegos olímpicos México.
Key words: the sixties, new social movements, counterculture, feminism, olympic ga-
mes, Mexico.
* Agradezco a Blanca Beltrán la lectura de los muchos originales de este texto, a Leslie Gue-
dulain y a Luciano Concheiro San Vicente la lectura y discusión del original y el apoyo en la
búsqueda de la información. A este último agradezco, además, las cuidadosas traducciones de
textos originales que forman el sino de la época.
** Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Doc-
tor en Sociología Política por la Escuela de Altos Estudios de París, Francia. Investigador Titu-
lar C de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
ENS AY O S
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Perfiles Latinoamericanos
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Introducción
Una década significa más que diez años
La década de los sesenta tiene como característica particular, a diferencia
de los decenios anteriores, la de ser un decenio demográficamente joven,
en expansión urbana y de servicios, en ampliación y diversificación cre-
ciente del consumo y con un crecimiento económico acelerado y sostenido.
Este período estuvo inmerso en el entorno internacional de la Guerra Fría,
uno de los momentos de mayor confrontación entre las dos metrópolis de
ambos bloques, y en el inicio de una nueva forma de relación entre ellas,
nombrada “coexistencia pacífica”.
El presente texto se mueve en el entramado de los eventos que fueron
forjando la imagen y la representación de los sesenta por los habitantes de
ese tiempo histórico, hasta desembocar en los movimientos estudiantiles
de 1968, movimientos sociales que son su culminación y que condensan,
política y culturalmente, las transformaciones surgidas durante la segunda
posguerra mundial. En más de un sentido la década termina ahí, tiempo en
el que, los llamados “nuevos movimientos sociales”, expresan los cambios
en el sistema social, los límites de los regímenes políticos y el agotamiento
del conjunto de recursos y relaciones establecidas entre el Estado Benefactor,
la estructura socio económica y las modalidades de las organizaciones so-
ciales y políticas que culminan en la crisis de 1973.
Los años sesenta están mayoritariamente poblados por jóvenes, los
llamados baby boomers (Jones, 1980; Sauvy, 1969: 27 y ss.) y es por lo tanto,
una década que gira en torno al futuro y en la cual, parte importante de
esa población, los estudiantes de educación media y superior, son los po-
líticamente más activos y culturalmente los más creativos. Los estudiantes
representaban en cada sociedad nacional, el relevo de sus élites políticas,
intelectuales y técnicas, pero sobre todo eran los depositarios de las expec-
tativas del mejoramiento colectivo dado por el avance en la educación, el
desarrollo tecnológico y la cultura. Ellos eran parte de la utopía y así se
comportaron al forjar la suya.
Los jóvenes estudiantes eran concebidos por la generación adulta, por
los sobrevivientes de la segunda guerra mundial y el Gran Crack (1929-
1934), como los herederos de su esfuerzo, como los beneficiarios de las ins-
tituciones construidas por ellos para la paz y “el progreso” que se suponía
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deberían conservar junto con los beneficios del consumo extendido, que
desde principios de los cincuenta, las sociedades habían alcanzado al con-
vertir mayoritariamente la economía de guerra en economía de paz, pro-
ductora masiva de bienes intermedios para el consumo. Desde la versión
de la economía y teóricamente hablando, eran los niños del Welfare State.
Frente a la expectativa de la generación de los sacrificados, los jóvenes
beneficiarios se volvieron rebeldes y no sólo renegaron del statu quo here-
dado sino que buscaron cambiarlo. A lo largo de la década de los sesenta
va tomando forma la revuelta juvenil mundial que desemboca en 1968, en
los llamados nuevos movimientos sociales (Pozas, 2006: 47).
Los nuevos movimientos estudiantiles tuvieron como característica
común su fuerza contestataria y sus nuevas concepciones del contenido
de la libertad, construida ésta a partir de la crítica y la revuelta conductual
frente a las normas y valores establecidos que tejen el orden y la reproduc-
ción de las tradiciones instituidas. Estos movimientos protagonizados por
los jóvenes eran, sobre todo, la ruptura del eje estructurador de los valores
que mantienen vigentes la reproducción del orden social y su posibilidad
de continuidad, a través de su aceptación y su validación cotidiana en las
conductas de los miembros de las generaciones del relevo social.
En la sexta década del siglo XX, las sociedades metropolitanas y algu-
nas periféricas o en vías de desarrollo, como las llamaba entonces la so-
ciología, con su evolucionismo implícito, se encuentran en un proceso de
crecimiento acelerado, con estabilidad macroeconómica y financiera. En
el principio de los años cincuenta, se inicia un nuevo período de intenso
desarrollo que alcanza incrementos nunca antes conseguidos: el 5.3% entre
1953 y 1963. A partir de este último año, el ritmo de crecimiento anual del
PIB llega al 6.2% hasta que se interrumpe en 1973, año en el que se ingresa
a una nueva fase de desaceleración, la llamada Revolución de los Precios
en la que aumenta cuatro veces el precio del petróleo, que había sido la
fuente primaria de energía más barata por más de sesenta años (Pasquale,
1997: 93). En términos económicos este año es el final de las décadas de
los cincuenta y sesenta conocidas como las décadas doradas del siglo XX.
La década de los sesenta, como todos los períodos intensos de la histo-
ria, es desbordada en sus orígenes e inconmensurable en sus influencias.
Esta década es, como todas las otras unidades históricas sobrepuestas a la
sucesión uniformizada y ascendente del tiempo, la formalización de un
conjunto de procesos y eventos referidos a la cronología, que adquieren ubi-
cación en la memoria colectiva. El acotamiento de los hechos en el tiempo,
no rigidiza, ni delimita los contenidos de la historia al cuadrante del reloj.

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