El edén de las flores
Autor | María Luisa Medellín |
Cuando no hay producción nacional, los tulipanes llegan en avión desde Amsterdam y las más deseadas orquídeas, desde Costa Rica: las dendrobium blancas de puntas semirosadas y las cymbidium, exquisitas sobrevivientes de temperaturas gélidas.
Gladiolas, nubes y nardos viajan en camiones desde Puebla; los follajes finos y las heliconias vienen de Chiapas; y del Estado de México, las rosas, gerberas, lylis y un sinfín más.
Entre esas kilométricas alfombras florales que salpican de colores la Central de Abastos, en la Ciudad de México, el equipo de José López selecciona las más bellas y frescas, las de gruesos y altos tallos que absorban mejor el agua, las de botones carnosos y cultivadas en climas fríos, de mayor resistencia.
Al caer la tarde y con la delicada carga a bordo de los camiones inicia el trayecto hacia Monterrey, donde las primeras luces del nuevo día los reciben a las puertas de un céntrico y gran almacén llamado Palacio Floral.
Desde hace 33 años realizan estos viajes tres veces por semana, suelen ser agotadores, pero es la única manera de garantizar lozanía y variedad.
Esta ruta la cubría en principio el fundador del establecimiento, el padre de José, del mismo nombre, fallecido el 2 de julio de 1998, a los 56 años. Luego, por casi una década, él y un chofer y, ahora, sus colaboradores.
Por largo tiempo trasladaron las flores amontonadas en vehículos de redilas cubiertos con lonas.
Hoy utilizan unidades refrigeradas con divisiones, para que tallos, hojas y pétalos no se maltraten.
Mientras varios trabajadores descargan los haces y paquetes de flores y follajes en diablitos y los más delicados en brazos, José, de 40 años, aperlado y de baja estatura, compara cantidades y clase con el pedido original.
A las estanterías van las aterciopeladas rosas amarillas, violetas, rojo carmesí y de otras gamas dramáticas o más suaves, de pétalos dobles o sencillos.
Las orientales, sofisticadas estrellas de cuatro, cinco o seis puntas se colocan en agua, igual que las astromerias, gladiolas y nubes, unos racimos de florecillas silvestres.
Los clientes ya aguardan en el área de estacionamiento. Las floristas, entre ellos, quienes confeccionarán los centros de mesa, los ramos para el altar y los bouquets que lucirán las novias que se casarán esta noche.
Su deslumbrante cargamento está listo. Llevan cientos de orquídeas, casablancas, anturios, azucenas, rosas y agapantos, casi todo en blanco.
También han llegado los vendedores de crucero, como Feliciano Castillo, con 15 años de comprar aquí.
Este día escogió 6 paquetes con 24 piezas cada uno, en lila, naranja y otras a las que nombra payasito, en crema con bordes bermellón.
"Prefiero esta bodega porque hay bonitas rosas con un buen de colores, y aguantadoras, es lo...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba