Un, dos, tres por la idoneidad

AutorRutilo Eduardo Rodríguez Monter
Páginas47-48
47
THEMIS | DERECHO Y SOCIEDAD
Un, dos, tres por la idoneidad
Un gusto saludarlos queridos lec-
tores. Si, aquí sigo jugando a las es-
condidillas. Recuerdo bastante bien
esa etapa de mi infancia. Un juego
cuya regla y objetivo principal es
ocultarse en un espacio delimitado y
no ser encontrado hasta el nal. Don-
de un buscador, desde su base (con
los ojos cerrados), cuenta (parado y
sin moverse) hasta un determinado
número; y una vez que termina de ha-
cerlo, empieza con dicha búsqueda,
mientras detrás de un árbol, regular-
mente, se ocultan el resto de los juga-
dores, esperando el momento exacto
para correr a la base o escuchar de
aquellos jugadores que llegaron a
la misma, la famosa frase: “Un dos tres
por mí y por todos mis compañeros”,
para salvarse así, del buscador.
Pues bien, un par de años después, les
puedo decir que sigo jugando a las
escondidillas; pero ahora, desde otro
contexto. Con una visión de un ciuda-
dano (el buscador), que preocupado
por la situación que vive y atraviesa su
país y su Estado, se pregunta,
¿Dónde está la idoneidad de aquellas
personas que ocupan un cargo públi-
co, que están obligadas a jugar, respe-
tando las reglas del juego, en armonía,
para logar la paz social?
¿Quieren jugar?
Les advierto que es difícil hacerlo,
pues más de dos piedras en el cami-
no nos vamos a encontrar. Así es, la
primera de ellas, es que no todos los
Rutilo Eduardo Rodríguez Monter.
participantes del juego respetan las
reglas (la ley), pues tenemos jugado-
res tramposos (los funcionarios públi-
cos deshonestos, corruptos, incapa-
ces, acosadores, hostigadores o que
solo buscan servirse y beneciarse del
cargo); que lo único que generan en
el espacio del juego (el Estado de De-
recho), es impedir que se lleve correc-
tamente, con tranquilidad, seguridad,
armonía, imparcialidad, justicia y equi-
dad. ¿Qué duro no?, sigamos jugando.
Insisto, ¿dónde está la idoneidad?, ¡un
dos tres por ti! (funcionario público):
capaz, preparado, estudioso, con áni-
mo de servir a la sociedad. Muchas fe-
licidades, reconozco tu esfuerzo y tu
preparación para ocupar dicho cargo.
¿Qué te pareció el juego?, ¿Difícil ver-
dad?, les comparto tu mensaje a nues-
tros queridos lectores, para explicarles
por qué fue difícil encontrarte.
Y aquí está la segunda piedra. Desa-
fortunadamente, ya se han salvado los
jugadores tramposos que explicaba
en párrafos anteriores, porque no so-
lamente actuaron fuera del marco de
la ley para salvarse, sino que aquellos
jugadores (las Instituciones Públicas)
que se atrevieron a gritar la famosa
frase “un dos tres por mí y por todos
mis compañeros”, en comparsa con los
tramposos, han solapado, por intere-
ses ajenos al bien común, solo perso-
nales o políticos, su actuar. Dejando en
entredicho la verdadera esencia de la
Institución, pero sobretodo, descono-
ciendo a los verdaderos funcionarios
públicos, quienes con esfuerzo han
llegado a ocupar dichos cargos, y de
quienes podríamos encontrar un cam-
bio real hacia la sociedad, pero que se
ven opacados ante la presencia domi-
nante del jugador tramposo, quien a
todas luces obstaculiza su llegada, su
permanencia o su actuación. Y si, no

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