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Don Andrés Iglesias Baillet

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Vincent
AutorAlberto Enrique Nava Garcés
Cargo del AutorInstituto Nacional de Ciencias Penales. Ciudad de México
Páginas446-448
447
XVIII. DON ANDRÉS IGLESIAS BAILLET
EN BREVES palabras, Enrique Galván Ochoa hizo un retrato puntual de
don Andrés Iglesias Baillet en su columna “Dinero”:
Con frecuencia los abogados penalistas llevan una vida agitada, a veces
hasta se pierde la línea que debe separarlos de los litigios que encabezan.
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El caso del abogado penalista Andrés Iglesias Baillet es completamente
distinto. Su trayectoria es ejemplar, limpia, algo que debe enorgullecerlo
tanto a él como a su estimable familia. Nunca aceptó llevar un caso de
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cido. Fui su pasante cuando terminaba mi carrera de Derecho. Un abrazo
muy afectuoso a mi querido maestro y amigo, don Andrés Iglesias Baillet
(La Jornada, 26 de agosto de 2009).
Don Andrés fue un brillante penalista que encumbró a su genera-
ción y sorprendió por las grandes defensas que llevó. Dio cátedra en
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líneas que escribiera Ricardo M. García García en la revista Poder
360º:
Iglesias Baillet recuerda los años de aprendizaje con una sonrisa en la cara
y entusiasmo adolescente. Por el rumbo en donde pasó su interinato —las
calles de Rayón y Órgano—, aprendió mucho de procedimientos y vida
práctica, a preparar documentación, a usar una máquina de escribir y a
guarecerse del frío en los turnos de noche. Permaneció en delegaciones
casi cuatro años, cerca de La Merced, y ahí conoció a varios compañeros:
Sergio Muñoz de Alba, hijo de una juez penal de aquella época; Sergio
Herrera y Sergio Vela, con quien después se hizo socio.
Su labor en los primeros años de penalista estaba relacionada sobre
todo con “delitos de sangre, más que robos, porque el rumbo era peli-
groso”. Repite una y otra vez que ello fue una experiencia increíble de
aprendizaje.
Y así hubiera estado por un tiempo más, pero el subprocurador de en-
tonces le aconsejó pedir una licencia. Los años en las delegaciones aten-

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