Christopher Domínguez Michael / Bazlen: Informes de lectura

AutorChristopher Domínguez Michael

El informe de lectura, conocido aquí y en algunos otros países con el nombre amedrentador de "dictamen", fue, porque es tristemente probable que ya no lo sea, una de las esencias de la vida editorial. Con mucha frecuencia, se le pedía a los lectores más jóvenes, la mayoría aspirantes a tonsurarse como escritores, que opinasen por escrito. El mundo podía saber quiénes eran los que dictaminaban, pero los autores, nunca.

Se pagaba poco dinero por un dictamen, pero ahora caigo en cuenta de que la recompensa inmaterial era altísima, una verdadera iniciación: el joven lector adquiría su sentido crítico gracias al imperativo de la responsabilidad más alta, la de contribuir a decidir si una novela o un libro de poemas merecían imprimirse y publicarse. Naturalmente, los buenos editores, y en México los había excelentes, no sólo habrían resistido al potro antes de revelar la identidad de sus dictaminadores, sino que pedían hasta tres informes de lectura por obra. Uno o dos provenían de los jóvenes lectores que hacíamos esa clase de trabajos eventuales y nutríamos al editor, además, con la fina sensibilidad o con el acrisolado mal gusto de una nueva generación. Obviamente, cada casa tenía sus catadores severos y profesionales para normar la decisión del editor cuando los preseleccionadores vacilaban o empataban. En el oficio de hacer dictámenes nos probamos la mayoría de los escritores y aquella subespecie del género editorial tenía su variedad zoológica: dictaminadores los había vegetarianos o carnívoros, nómadas o sedentarios. Algunos fuimos odiados, antes de publicar un libro, porque se nos creía dictaminadores severísimos o amafiados, mientras que los había de reputación naviera, los dictaminadores "barco", irreflexivos o de hábitos ligeros. Y como casi todos hacíamos dictámenes para las editoriales a la vez que reseñas para los periódicos, el candidato a crítico artista debía aprender a camuflarse, distinguiendo, digamos, a la esposa de la amante.

Llegaron a mis manos, desde la Argentina, los Informes de lectura (La Bestia Equilátera, 2012, que los publica junto a unas Cartas a Montale), del legendario triestino Roberto Bazlen (1902-1965), héroe de la literatura italiana que escribió poco y publicó aun menos (Roberto Calasso, no sólo brillante editor sino su agradecido discípulo, le publicó, póstuma, una protonovela, El capitán de altura), pues lo suyo era leer y opinar absolutamente.

La mayoría dirigidos al crítico y editor Sergio Solmi (otro...

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