La dimension historica en el estudio de las Relaciones Internacionales: la evolucion de los sistemas internacionales en la historia.

AutorSarqu

Resumen

El artículo sugiere la conveniencia de trascender el "presentismo" característico de los estudios internacionales contemporáneos, para ir en busca de la dimensión histórica de largo plazo en la conformación de sistemas internacionales y así tener una mejor comprensión de la dinámica que mueve la interacción entre comunidades políticamente independientes a lo largo del tiempo, cubriendo además un amplio espectro geográfico, para así romper con la tradición monocromática y unilineal que pretende reducir el análisis de lo internacional exclusivamente a la experiencia europea de los últimos cuatro siglos. El esfuerzo no es del todo nuevo: ha sido ya sugerido y trabajado por la Escuela Inglesa de las Relaciones Internacionales desde hace poco más de una década, con frutos que, según el autor, vale la pena explorar para constatar que los sistemas internacionales (en el sentido más amplio del término) son concomitantes a la propia experiencia civilizadora de nuestra especie. Junto con las civilizaciones, los sistemas internacionales se gestan e midan el desarrollo de un ciclo vital, que no siempre se cumple en su integridad, dando paso a la gestación de nuevos ciclos históricos. En opinión del autor, el análisis de esas antiguas trayectorias puede dejar valiosas enseñanzas para los internacionalistas del mundo contemporáneo.

Abstract

The article suggests the convenience to come out the characteristic "presentism" of the contemporary international studies to search the historical dimension in a long term within the conformation of international systems, in order to better understand the dynamic that moves, through time, the interaction between international communities politically independent. By covering, besides, an extensive geographical spectrum to break down the monochromatic and monolineal tradition to reduce the analysis of the international knowledge just to the last four centuries of European experience. Such effort is not new at all, it has been suggested that to study more than a decade with interesting results by the English International Relations school. According to the author is worth exploring, in an extensive way, that international systems are concomitants to our own civilized experience. By joining the civilizations, international systems conceive and develop a necessary and historical cycle that not always take place by giving birth to new historical cycles. In his opinion, the examination of those old trajectories may give worthy teaching to the contemporary worldwide internationalists.

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Por supuesto que es deseable que los estudiantes universitarios sean expuestos a las ideas, métodos y hallazgos más novedosos, pero es igualmente deseable que aprendan un poco más acerca de los orígenes intelectuales y de los momentos críticos en el desarrollo de su propio campo disciplinario.

Introducción

El estudio atento y ordenado de las relaciones internacionales se ha convertido en una exigencia del mundo contemporáneo al inicio del tercer milenio de la Era Cristiana. La dinámica de interacción entre los sujetos de la realidad internacional se ha vuelto tan visiblemente activa e intensa y tan determinante de la vida de cada uno de ellos, que no puede ser ignorada.

A partir del deshielo bipolar que marcó el fin de la Guerra Fría, la cual caracterizó al mundo durante la mayor parte de la segunda mitad del siglo xx, la influencia de los factores exógenos en la dinámica de las sociedades nacionales se ha vuelto tan grande y tan marcada, que decididamente exige de algún tipo de explicación, para así permitir no sólo un mejor entendimiento de los hechos que conforman la realidad social en su dimensión internacional, sino además la orientación concreta de los responsables del diseño y la toma de decisiones en el ámbito de la política externa de los actores internacionales en sus múltiples facetas.

El fenómeno de la globalización afecta hoy en día, de una u otra manera, hasta a los pobladores de los rincones más recónditos de nuestro planeta, y en este sentido representa claramente un reto para el conocimiento; sus efectos, no siempre benéficos para todos, se esparcen de manera inevitable por todas las estructuras sociales sin haber llegado a ser comprendidos a cabalidad, incluso por los que han resultado beneficiados con ella. Las reacciones populares no se han hecho esperar: la globalifilia y la globalifobia están a la orden del día, y la tensión social crece por todo el mundo manifestándose de manera crecientemente violenta; la llamada agenda internacional, que consigna temas como la difusión de democracia por el mundo, el narcotráfico, el agotamiento de recursos naturales, los movimientos migratorios, la deuda externa, la situación de las minorías, los enfrentamientos culturales, el terrorismo, el deterioro ambiental, entre muchos otros, cobra, cada vez más, un carácter dimensional que necesariamente involucra a todos los actores del escenario internacional.

En este sentido, la realidad internacional, con toda su complejidad, se ha convertido en los últimos años en un objeto de estudio cada vez más apetecible. Por tal motivo, la creciente necesidad del estudio minucioso de la realidad internacional desde el ámbito académico resulta claramente comprensible. A raíz de los vertiginosos cambios ocurridos en el escenario internacional con el fin de la Guerra Fría, muchos de los conceptos operativos e incluso de los marcos teórico-metodológicos empleados para el análisis del período inmediato anterior muestran, en las condiciones actuales, claras señales de obsolescencia, y por lo tanto requieren, por lo menos, de una detenida revisión y actualización para así evitar un vacío epistemológico creador de tanta confusión.

Ahora bien, aún cuando tradicionalmente muchos especialistas han logrado visualizar y establecer la vinculación causal que existe entre un periodo y otro en el devenir de la historia universal, imaginando de esta manera un continuo histórico-social de largo alcance, muchos otros estiman que cada situación nueva que se presenta en los escenarios internacionales requiere siempre de un aparato conceptual y un desarrollo teórico renovado del todo, lo cual hace en la práctica inútil la experiencia cognoscitiva acumulada al paso del tiempo. De este modo queda planteado el problema recurrente de la relación que guarda la Historia con el resto de las ciencias, en particular las sociales, en términos del tipo de conocimiento que éstas pueden producir y su asociación a la clase de leves que rigen el pensamiento científico.

Tanto por su naturaleza como por su magnitud, el fenómeno de la globalización tiende a ser considerado como algo en esencia actual, sin parangón en la historia, de donde su estudio suele tener hoy en día una perspectiva predominantemente coyuntural o "presentista", tendencia que de alguna manera ha imperado en los estudios internacionales desde una etapa muy temprana en el desarrollo de nuestra disciplina.

La noción del presentismo ha sido intuida de manera clara por Buzan y Little, y presentada en los siguientes términos:

la disciplina de las Relaciones Internacionales se ha centrado principalmente en temas de historia contemporánea y de interés político inmediato. La naturaleza rápidamente cambiante de su objeto de estudio y la demanda presionante de experiencia en temas de actualidad alientan una perspectiva de análisis hacia delante mucho más que una de retrospección. En consecuencia, pocos especialistas en la disciplina tienen un amplio conocimiento histórico y menos aún se interesan por adquirirlo. (1) Esta tendencia presentista se refleja en realidad, como ya he sugerido, en el desarrollo general de la teoría de las Relaciones Internacionales casi desde sus inicios, durante el periodo de la primera posguerra mundial. Contrario a la tradición que señala que todo fenómeno social es un fenómeno eminentemente histórico, la mayor parte de los internacionalistas contemporáneos han pretendido cerrar los ojos a la historia o, por lo menos, limitar su mirada hacia el pasado, lo cual resulta en cierta medida comprensible cuando pensamos en lo apremiante que suelen ser las situaciones de coyuntura, las cuales exigen por lo regular procesos de toma de decisión muy rápidos; en este sentido, es claro que la moda impone. Es quizá por ello que muchos de los observadores actuales de hecho parecen creer que, en efecto, la "globalización" empezó con el desarrollo de los mercados financieros internacionales, bajo la perspectiva del capitalismo estadounidense, y que se aceleró de forma manifiesta luego de la debacle del mundo socialista y con la aparición de Internet.

Esta actitud de los internacionalistas contra la historia, que en términos ge-nerales permea el desarrollo teórico de la disciplina, puede ser explicada con facilidad desde varios puntos de vista. En primer término, como ya apuntaron Buzan y Little, es una reacción ante la necesidad apremiante de responder a los retos inmediatos que implica el desempeño general de los actores en el escenario internacional. También puede ser explicada en términos de la necesidad que se siente en la disciplina por adquirir una identidad propia, liberada de cualquier tutelaje procedente de otras matrices disciplinarias. Pero quizá uno de los ángulos de explicación más importantes desde el punto de vista epistemológico sea el que la considera como una reacción contra el historicismo empeñado en encontrar leyes generales y absolutas del desarrollo histórico. En este sentido, el presentismo imperante en el estudio de las Relaciones Internacionales bien podría justificarse siguiendo al pensamiento popperiano cuando señala que:

Se puede aprender mucho del pasado, pero nada nos autoriza a proyectarlo al futuro como una forma de anticipar los hechos (...) No tenemos necesidad de ningún significado de la historia. Podemos admirar la historia, porque ha)" mucho que admirar en ella, muchas personas maravillosas. También podemos aprender de...

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