Diego Valadés / Lo que queda de la Constitución

AutorDiego Valadés

Conforme pasa el tiempo la estima por la Constitución sigue a la baja. De haber sido una norma respetada por su significado social e histórico, hoy presenta un aspecto desordenado y asistemático cuya multiplicidad de estilos va de la elegante prosa de Jaime Torres Bodet en el artículo 3o., a la jerga tecno burocrática de muchas otras adiciones.

En los 97 años de su vigencia, la Constitución ha sido objeto de 216 decretos reformadores. El sexenio más parco fue el de Adolfo Ruiz Cortines: uno solo, para otorgar a las mujeres el derecho a votar. El mayor número corresponde al gobierno de Felipe Calderón: 35 decretos. Hasta ahora su más cercano "competidor" es Vicente Fox, con 18, al que sigue Luis Echeverría, con 14. Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz publicaron 7 cada uno. El gobierno actual ya cuenta con 11.

Durante las seis primeras décadas de la Constitución la técnica seguida para su reforma se ajustó a un modelo de concisión. Este estándar comenzó a variar conforme el sistema político se fue haciendo plural. En el periodo de la hegemonía nada se negociaba; fue a partir de 1977 cuando las fuerzas políticas exigieron la inclusión de detalles que las pusieran a resguardo de lecturas desventajosas. Esta tendencia se acentuó por la desconfianza en ascenso y tanto los gobernantes como sus opositores impusieron reglas cada vez más minuciosas. El resultado fue que para construir la democracia electoral se minó la democracia institucional, pues la abundancia de pormenores reduce los márgenes interpretativos de la jurisprudencia y la labor adaptativa de la legislación ordinaria.

La Constitución se ha transformado en un contrato entre los agentes políticos, lleno de particularidades circunstanciales. Al cabo de numerosas adiciones redactadas con ese estilo se ha desembocado en un articulado farragoso, ajeno a las funciones de una norma suprema. Se procuró que cada acuerdo entre los partidos perdurara como norma sin advertir la paradoja de volver efímera a la Constitución. Para hacerse una idea de lo que esto significa hay que tener presente que a los revolucionarios de Querétaro les bastaron 22 mil palabras para innovar el constitucionalismo contemporáneo, mientras que las modificaciones aprobadas el año pasado contuvieron 13 mil, sin contar sus abundantes transitorios. Hoy la Constitución se acerca a las 64 mil palabras; la desproporción es evidente.

Veamos otro ángulo: ¿qué subsiste de 1917? De los 136 artículos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR