Desfile de santos en el México profundo

AutorDaniel Robles.

Desde Querétaro, capital del estado, el autobús va dando tumbos a través de un páramo semidesértico. Las siembras de maíz y de alfalfa alternan con amplias extensiones de cactus, mezquites y nopales, bañadas por un sol que se desploma con crueldad. En el interior, la música de los corridos suena tanto o más que la maquinaria del automóvil. Una monotonía que se ve interrumpida por paradas momentáneas en ranchos y cruces de caminos. Las pausas en los pueblitos son aprovechadas por los vendedores para ofrecer, a través de las ventanillas, refrescos y papas fritas bañadas en salsa de chile.

Tras hora y pico de viaje se alcanzan las laderas de la Sierra Gorda, en la cadena montañosa de la Sierra Madre Oriental. La topografía cambia. Se vuelve abrupta, verde. Los matorrales van dejando paso a zonas boscosas donde abundan las coníferas y el encino. El paisaje, en las zonas más húmedas, se enriquece con la presencia de espacios selváticos de tipo medio y bajo. En las secas, la vegetación es la típica de los desiertos del altiplano. Declarada Reserva de la Biosfera, ocupa el primer lugar de los espacios protegidos en México, debido a la abundancia de ecosistemas y formas de vida que acoge. El jaguar, el puma, el oso negro y el mapache son algunas de las 130 especies de mamíferos que habitan el territorio. A esta diversidad se suman 360 clases de aves, 71 de reptiles y 23 de anfibios.

Un rincón poco poblado y apenas explorado por el turismo, donde el franciscano fray Junípero Serra llegó un 16 de junio de 1750. Allí se quedó nueve años antes de dirigirse a California, entregado a las tareas de evangelización de los indígenas de la etnia pame. Y dejó cinco misiones. La de Jalpan la fundó él mismo. En las otras intervino como supervisor.

Restauradas en los últimos años, están consideradas como la cumbre del barroco indígena mexicano. Dispersas en pequeños pueblitos, el viaje permite contactar con la biodiversidad del terreno y la forma de vida de un México intenso y profundo.

Servicio EL PAIS.

Misión de Nuestro Señor Santiago, Jalpan

Este poblado de la sierra no tiene nada especial, salvo la misión y un museo dedicado a la región, ubicado en un antiguo fuerte colonial. Pero es un lugar agradable para pernoctar, pasear por los mercados y recorrer el entorno. Las ruinas de la Hacienda del Rayo, la presa local y el conjunto arqueológico de Ranas son algunas de las ofertas que se completan con parajes naturales casi intactos. Para desplazarse por los...

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