Descifran el 'Código Sixtina'

Cada artista se representa a sí mismo, y Miguel Ángel era un atleta. En los frescos que pintó en la Capilla Sixtina, el cuerpo humano remite al ideal de belleza masculina, también en la musculatura de las mujeres.

"Las sibilas eran verdaderas heroínas en la mente de los hombres del Renacimiento, por eso son representadas con los músculos del varón", explica el sacerdote jesuita Heinrich W. Pfeiffer sobre estas mujeres que tenían el don de ver el futuro y que ocupan, junto a los profetas, un lugar de honor en la bóveda de la capilla pontificia.

Miguel Ángel no dejó ningún detalle al azar en su creación, pero sin la asesoría de teólogos no habría podido pintar su obra maestra, concluye Pfeiffer después de comparar durante cinco décadas los frescos del recinto papal con textos bíblicos para reconstruir las fuentes de su iconografía.

La armonía en los colores, la correspondencia en los detalles y la unidad que existe entre los frescos creados en 1481 y 1482 por Pietro Perugino, Sandro Botticelli, Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli en las paredes de la Capilla Sixtina, y los realizados por Miguel Ángel en su bóveda entre 1508 y 1512, permiten a Pfeiffer afirmar que el genio florentino continuó un ciclo pictórico previamente establecido.

"Se imaginará que este proceso no fue siempre fácil con un artista como Miguel Ángel", afirma el investigador refiriéndose al temor reverencial que inspiraba el creador, a quien atribuye una "memoria fantástica" que le permitía aprender con rapidez las enseñanzas de sus instructores.

"Miguel Ángel fue también un hombre muy religioso, lo que se reflejó en su obra. Esta familiaridad con la religión cristiana es algo que le falta a los artistas de hoy".

Historiador del arte, filósofo y teólogo, Pfeiffer (Tubingen, 1939) es catedrático de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma. El resultado de sus investigaciones está publicado en La Capilla Sixtina. Iconografía de una obra maestra (Lunwerg, 2007).

En la Oración de la Inmaculada, un sermón que Francesco della Rovere, futuro Sixto IV, escribió en 1448, ubica Pfeiffer el punto de partida del programa iconográfico de la capilla. La nueva Eva, Iglesia-esposa y Virgen-madre, ocupa el centro de la bóveda.

El investigador, quien halló en los frescos referencias a pasajes de la literatura patrística y medieval, y a manuscritos de la época, menciona como instructores de Miguel Ángel a importantes teólogos: el franciscano Pietro Galatino, quien lo habría introducido...

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