Los derechos humanos y la estructura ética del mundo social

AutorJorge Mario Rodríguez Martínez
CargoUniversidad de San Carlos, Guatemala
Páginas113-144

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LOS DERECHOS HUMANOS Y
LA ESTRUCTURA ÉTICA DEL MUNDO SOCIAL
1Jorge Mario Rodríguez Martínez2Resumen: Este artículo analiza la noción de derechos humanos con el fin de entender por qué la praxis de estos no ha sido capaz de desentrañar una injusticia estructural que asume rasgos catastróficos en la globalización neoliberal. Reflexionamos sobre la manera en que el paradigma liberal, al eclipsar la comprensión de la estructura ética de los derechos humanos, fomenta la violación estructural de los derechos humanos. Siguiendo a Emmanuel Levinas, se sostiene que los derechos humanos surgen, de manera primigenia, como derechos del Otro. Este expediente teórico permite visualizar la forma en que la subjetividad ética se vincula con las estructuras sociales, alumbrando la manera en que los derechos humanos pueden transformarse desde la vida cotidiana.

Palabras clave: derechos humanos, injusticia estructural, ética, liberalismo, Emmanuel Levinas

Abstract: This article undertakes a critical analysis of the notion of human rights with the aim of understanding why these rights are unable to disentangle a structural injustice, which takes catastrophic traits in the context of neoliberal globalization. We reflect upon the way in which the liberal paradigm eclipses the comprehension of the ethical structures of human rights, rendering possible their structural violation. Following Emmanuel Levinas, we claim that human rights emerge primordially as the rights of the Other. This theoretical turn allows the identification of a way in which ethical subjectivity relates to social structures, illuminating paths to change the praxis of human rights from the viewpoint of everyday life.

Keywords: human rights, structural injustice, ethics, liberalism, Emmanuel Levinas.

1 Artículo recibido: 15 de junio de 2015; aprobado: 20 de septiembre de 2015.
2 Universidad de San Carlos, Guatemala. Correo-e: jorgerodriguez.guat@gmail.com

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Revista de Derechos Humanos y Estudios Sociales

1. Introducción

Hace algunas décadas, Norberto Bobbio vislumbraba en el discurso de los derechos humanos un signo esperanzador del progreso moral de la humanidad. El autor italiano subrayaba la relevancia de dicho signo en un contexto global que adquiría un matiz cada vez más siniestro debido a problemas como la carrera armamentista, la contaminación ambiental y el crecimiento incontrolado de la población3. Aun reconociendo que la “parte más oscura de la historia humana… es mucho más amplia que la luminosa”4, Bobbio se aventuraba a observar que

Incluso hoy, cuando el curso histórico de la humanidad parece amenazado de muerte, hay zonas de luz que el mayor de los pesimistas no podría desmentir, por ejemplo, la abolición de la esclavitud, la supresión en muchos países de los suplicios que en otras épocas acompañaban a la pena de muerte, e incluso de ésta última. Y en esa zona de luz sitúo en el primer puesto, junto con los movimientos ecologistas y pacifistas, el interés creciente de movimientos, partidos y gobiernos por afirmar, reconocer y proteger los derechos humanos.5

El paradójico optimismo de Bobbio adquiere actualidad frente a una serie de preguntas cuyas respuestas adquieren hoy un matiz de urgencia. ¿Por qué la creciente conciencia moral de la humanidad, expresada de manera preeminente en el desarrollo del discurso y la práctica de los derechos humanos, no ha sido capaz de erradicar esos constantes episodios de destrucción ambiental e injusticia estructural que en nuestros tiempos parecen estar empujando a la humanidad a un callejón sin salida? ¿Cómo se puede aceptar que una época que se ufana de haber dejado atrás el colonialismo y los diversos holocaustos, decida salvar a los bancos con una cantidad que equivaldría a un mundo sin hambre durante 566 años (según cálculos de la FAO)? ¿Cómo se puede hipotecar el futuro de las generaciones que nos siguen por no poder refrenar un modelo de vida, que a la par de ahondar la desigualdad, condena a la humanidad a una infinidad de desastres debido al cambio climático? Si la vida humana, para plantearlo en términos fenomenológicos, es un horizonte de horizontes, ¿cómo podemos disculparnos frente a las nuevas generaciones por haber dejado que sus horizontes de vida se desdibujaran a tal punto que ahora les resulta difícil visualizar un futuro con sentido, con esperanza?

No hace mucho Danilo olo decía que se “necesitan muy pocos datos para confirmar dramáticamente que el sol se pone sobre la ‘Era de los derechos’” en la era de

3 Bobbio, Norberto, El tercero ausente, Traducción de Pepa Linares, Madrid, Cátedra, 1997, p. 154.

4 Ibídem, p. 160.


5 Ibídem, p. 161.

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la globalización. El también autor italiano registraba los siguientes datos, cuya data ya

muestra el carácter crónico de la crisis:

La Organización Internacional del Trabajo calcula que 3.000 millones de personas viven ahora bajo la línea de pobreza, fijada en 2 dólares diarios. John Galbraith, en el prefacio al Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas en 1998, documentó que un 20% de la población del mundo se apodera de 86% de todos los bienes y servicios producidos a escala mundial, mientras el 20% de los más pobres solo consume 1,3%. Hoy en día, después de casi 15 años, esas cifras han cambiado para peor: El 20% más rico de la población consume un 90% de los bienes producidos, mientras el 20% más pobre consume 1%. También se calcula que un 40% de la riqueza del mundo es de propiedad del 1% de la población mundial, mientras las 20 personas más ricas del mundo poseen recursos iguales a los de los mil millones de gente más pobre.6Empiezan a multiplicarse autores que explican e ilustran el diagnóstico sombrío de olo. El reciente estudio de Thomas Piketty elaborado sobre un material estadístico que comprende 20 países y tres siglos, demuestra de forma avasalladora que en nuestros tiempos, y especialmente desde la década de los 70 del siglo pasado, se ha dado un retroceso hacia el siglo XIX, en lo que concierne al crecimiento de la desigualdad. Según el economista francés, cuando la tasa de rendimiento del capital rebasa de manera regular la tasa de crecimiento del ingreso y la producción se produce una desigualdad insostenible que cuestionan los valores de las democracias contemporáneas7. Este autor propone políticas de redistribución de la riqueza operacionalizadas a través de medidas tributarias de alcance global, que a la vista de la crisis multidimensional que enfrentamos, son notoriamente insuficientes.

En efecto, el crecimiento de la desigualdad es sólo una faceta de la crisis que debe integrarse con la amenaza muy inmediata del calentamiento global. La privatización de los comunes, la gestión neoliberal del riesgo que se proyecta en tecnologías de control (incluso internalizadas en el sentido de Foucault). Una crisis general de sentido induce una despolitización en las que, para decirlo con Michael Hard y Antonio Negri8, surgen nuevas subjetividades: el sistema económico genera al endeudado; los medios de comunicación e información, el mediatizado; el “régimen de seguridad y estado de excepción generalizado” al seguritizado’; y el régimen político corrupto al representado.

6 olo, Danilo y Carlos Gallo, “Fin de la democracia, llegada de la tele-oligarquía”, entrevista con Danilo olo por Carlos Gallo, 2012. Traducción de German Leyens, disponible en http,// www.rebelion.org/noticia.php?id=156686 (último acceso el 1 de abril de 2015).
7 Piketty, Thomas, El capital en el siglo XXI, México, Fondo de Cultura Económica, 2014, p. 15.
8 Hardt, Michael y Antonio Negri, Declaración, Madrid, Akal, 2012, p. 17.

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Afortunadamente, el nivel de concienciación de la crisis está empezando a generar movimientos sociales que disputan el supuesto carácter natural del sistema. En lugar de desesperar del discurso de los derechos humanos, la ciudadanía concientizada se moviliza en nombre de ellos para reprocharle al régimen neoliberal su falta de legitimidad. Pero la continuidad de este esfuerzo supone la tarea intelectual para responder a algunas preguntas cruciales: ¿Cómo se puede articular el discurso de los derechos humanos para que se convierta en un instrumento discursivo para aquéllos que ven deslizarse en la pendiente irresistible de la precariedad? ¿Por qué el paradigma de los derechos humanos no fue capaz de mostrar su efectividad para revertir los primeros momentos de esta gobernanza del desastre? Este trabajo ofrece algunas consideraciones relativas a las estructuras éticas de la sociedad como el subsuelo en que echa sus raíces un discurso emancipador de los derechos humanos.

2. Los derechos humanos en crisis

Si seguimos al agudo economista de Cambridge Ha-Joon Chang, y situamos el advenimiento del neoliberalismo alrededor de la séptima década del siglo pasado, se puede constatar que la pendiente regresiva de los derechos humanos se inicia más o menos en esa década. Este diagnóstico cuadra con lo que han dicho otros autores, e. g., Piketty. Desde esa época se enfrentan retrocesos en el reconocimiento, implementación y desarrollo de tales derechos, aun cuando se hayan dado avances discursivos relativos a los derechos, como en el caso de los derechos indígenas. Tal proceso de degradación se manifiesta con especial crudeza en el campo de los derechos laborales, en donde la misma idea de trabajo estable parece haber perdido todo su sentido.

Cae de suyo, que tal crisis, por su grado de generalidad, exige perspectivas de análisis que, trascendiendo divisiones disciplinares, puedan abordar la pérdida de sentidos que ha traído consigo la racionalidad unidimensional del neoliberalismo. En efecto, el desastre...

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