Denise Dresser / Temporada de tlayudas

AutorDenise Dresser

Nos faltan 26. Veintiséis vidas segadas que se suman a una larga lista de ausentes. Hijos, hermanas, padres que se subieron a la Línea 12 del Metro y no volvieron a casa. Alguien se quedó esperándolos como quienes aguardaban el retorno de los 43 de Ayotzinapa y los 49 de la Guardería ABC y los 85,000 desaparecidos. Familias partidas por un rayo al enterarse que no sería así, cargando para siempre con el dolor de las ausencias injustas por impuestas. Tragedias con responsables por acción u omisión o negligencia o corrupción; tragedias con víctimas y victimarios; tragedias de Estado. Pero no para López Obrador, presidente de la hermana República de la Negación, donde no importa el dolor de los demás, sino sólo la incomodidad mediática para sí mismo. Donde AMLO prefiere acusar injerencia extranjera antes que asumir responsabilidad política. No busca empatizar; pretende distraer. Para el Primer Narcisista de la Nación, no es temporada de tragedias, sino temporada de tlayudas.

Las que comió en Oaxaca, mientras no visitaba Tláhuac. Las que presumió en una gira por refinerías, mientras no asistía a los hospitales. Las que se zampó con singular alegría, mientras tantas familias padecen inconmensurables penas. AMLO paseando y el país llorando. AMLO de gira y México de luto. Muy cerca de su ego personal y muy lejos de la desazón social. Muy cerca de la victimización y muy lejos de las víctimas. Enojado como Peña Nieto porque no le aplauden. Desconcertado como Felipe Calderón porque no lo comprenden. Confundiendo la empatía con la debilidad, la compasión con el conservadurismo, el consuelo con la hipocresía. Aclarándonos que "no es su estilo" acompañar a los dolientes, porque ya llegó al poder y no necesita tomarse la foto con ellos como lo hacía en campaña. Mandándonos al carajo, porque lo suyo no es hablar desde el dolor ajeno, sino desde la herida propia. Antes que los 26, él. Antes que el esclarecimiento, la acusación de linchamiento. Antes que la reacción del estadista, el berrinche del narcisista.

Convencido de su grandeza, de su importancia, de su trascendencia. Convencido de que es Juárez reencarnado aunque atente contra su legado. Convencido de tener derecho a mandar sin cuestionamientos. No busca gobernar bien, sino verse bien. Cercano a la narrativa del pueblo pero...

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