La democracia constitucional

AutorJosé Oliveros Ruíz
Páginas58-67
Justicia electoral en México
Se considera más alejado de la realidad que se consignen derechos de manera re-
tórica al asumir la inexistencia de garantías procesales, que darles contenido median-
te la solución de antinomias que contravengan derechos fundamentales, o al colmar
las lagunas que impidan su desarrollo.
Cuestión distinta de la perspectiva teórica es la que se reere al enfoque crítico de
la ciencia del Derecho con su objeto, pues esta crítica le imputa el deber de señalar
las lagunas y antinomias, además, en el plano normativo le impone a la legislación,
así como a la jurisdicción, respectivamente, cubrirlas y repararlas.54
En síntesis, tanto los derechos de libertad (negativos) como derechos sociales (po-
sitivos) requieren la potenciación y reconocimiento de sus respectivas garantías para
ser ecaces, y si bien, en el caso de los segundos, esto supone un alto costo económi-
co para llevarlo a la realidad, lo cierto es que es injusticable el rezago existente en
esta área de los derechos fundamentales. De ahí que el reconocer la magnitud de la
desigualdad sea menester colmarla o al menos reducirla, en cuanto a fuente de legiti-
mación no sólo política sino también jurídica de nuestros ordenamientos.55
LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL
1. Breve referencia a la evolución de la idea democrática
Es común escuchar el término democracia por doquier. Y existe un signicado acep-
tado en términos generales y hasta popular, “el gobierno del pueblo, por el pueblo y
para el pueblo”56, sin embargo, lo relevante es que el término encuentra sus primeros
54 Cfr. ibid., p. 63.
55 Cfr. ibid., p. 64.
56 “El mundo advertirá poco y no recordará mucho lo que aquí digamos nosotros, pero nunca podrá
olvidar lo que aquí hicieron ellos. A los que aún vivimos nos toca más bien dedicarnos ahora a la
obra inacabada que quienes aquí lucharon dejaron tan noblemente adelantada; nos toca más bien
dedicarnos a la gran tarea que nos queda por delante: que, por deber con estos gloriosos muer-
tos, nos consagremos con mayor devoción a la causa por la cual dieron hasta la última y denitiva
prueba de amor; que tomemos aquí la solemne resolución de que su sacricio no ha sido en vano;
que esta nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad, y que el gobierno del
pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la tierra.” Fragmento del
discurso pronunciado por Abraham Lincoln, el décimo sexto presidente de Estados Unidos, el 19
de noviembre de 1863, al dedicar el Cementerio Nacional del Soldado en Gettysburg, Pensilvania.
Consulta realizada el 24 de mayo de 2012, en http://www.america.gov/st/educ-spanish/2008/No-
vember/20081120142023pii0.7698328.html.
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