Coordenadas/ En defensa de los aguafiestas

AutorEnrique Quintana

Francamente me sentí aludido. Cuando ayer, el Presidente Zedillo dijo en la Asamblea de Canacintra que "hay quienes llaman triunfalismo a cualquier reconocimiento de avances y parecen creer que lo único que hay en México son problemas".

Siguió el Presidente, "son personas que se niegan a creer en lo que se ha logrado con el esfuerzo de todos los mexicanos y que parecen, incluso, a veces regocijarse con los problemas que enfrentamos. Esas personas piensan que cuando se reconoce lo avanzado se elogia al Gobierno".

No soy tan fantasioso para pensar que Zedillo se refería a algo de lo que he escrito en esta columna, que probablemente ni ha leído en mucho tiempo.

Pero, me sentí aludido porque insistentemente he dicho que es frecuente que los funcionarios públicos subvalúen los problemas y los riesgos y que lancen las campanas a vuelo antes de tiempo.

Nadie puede dejar de reconocer que la vulnerabilidad económica se ha reducido.

No es lo mismo tener un tipo de cambio fijo que uno flotante.

No es igual que el financiamiento del déficit externo sea con recursos volátiles que con Inversión Extranjera Directa.

No es lo mismo un perfil cómodo de vencimientos que un abultado monto de Tesobonos por cubrir.

No es lo mismo un déficit de la cuenta corriente de poco más de 3 por ciento del PIB que otro de 7 por ciento.

Sería de miopes no ver las diferencias que hay entre este momento y la etapa vivida hace un sexenio.

Pero, eso no quiere decir, como frecuentemente se ha dicho, que esté asegurada la estabilidad de la transición sexenal.

Entiendo que los funcionarios públicos tienen la misión de generar expectativas favorables en los mercados y en general dentro de la población. Esa es parte de la política económica. Probablemente yo haría lo mismo si estuviera en su lugar.

Pero, como analista y observador, la tarea no es decir que la salud del paciente es positiva en el 95 por ciento del organismo. La tarea es identificar el 5 por ciento enfermo y ponerle una lupa. Se va a ver más grande de lo que realmente es. Sin duda. Para eso se inventaron los microscopios y las lupas.

Es inevitable que a veces incomode que las cosas se muestren con lupa y que se observe sólo el 5 por ciento enfermo y no el 95 por ciento sano.

Pero, la tarea de los analistas honestos no es contribuir a la estabilidad ni generar expectativas favorables. Más bien, la tarea es poner acento en los problemas. Ni modo. Esa función más bien nos despierta antipatías que simpatías.

Respecto a la...

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