EN EL DEBATE / #ProtestarNoEsUnDelito...

Montserrat Narro I.

Volvieron a salir. #PosTeCercoGDL convocó a ciudadanos inconformes con la reforma energética a rodear el Congreso, mientras adentro se votaba. Más de diez horas de plantón se vieron opacadas por minutos de violencia. El saldo: una ventana rota, el inicio de un incendio en una oficina, heridos y "levantados".

Lo ocurrido el fin de semana pasado en el Congreso de Jalisco fue la consecuencia de lo que ha venido sucediendo desde hace meses. Fue sólo un eslabón más en la cadena de actos violentos que han ocurrido en la vida política de México y de Jalisco en este periodo de reformas estructurales que con tanto ahínco están empujando Peña Nieto y el PRI.

Grupos partidistas y no partidistas llevan meses haciendo consultas, firmando peticiones, quejándose, exigiendo, informándose, discutiendo sobre la reforma. Se han celebrado reuniones: el 1 de septiembre #YoSoy132Gdl convocó a una manifestación pacífica y oposiciones partidistas como Morena impulsaron una consulta ciudadana recaudando firmas.

La protesta en Jalisco por la reforma energética no debe reducirse sólo a los 10 minutos de trifulca fuera del Palacio Legislativo. Y criminalizarla y reprimirla, usando como pretexto esos 10 minutos, es inadmisible.

Un acto violento, sea cometido por el Estado, por individuos o por grupos de manifestantes, genera una respuesta de enojo e indignación que puede llevar a otro acto de violencia. Y así la cadena sigue y sigue. La violencia no se justifica. Pero, ¿por qué la única que se persigue y se criminaliza es la de los manifestantes?

¿Por qué se tiene que llegar a extremos como el ocurrido ese fin de semana? Una ventana rota y manifestantes gaseados son síntomas de que algo mucho más grave está ocurriendo en el fondo. Al ciudadano se le ignora. A los movimientos sociales o asociaciones civiles se les toma poco en cuenta, hasta que la protesta se vuelve agresiva, hasta que los granaderos intervienen, hasta que se rompe una ventana. Entonces sí que se les ve.

Si las instituciones realmente representaran a los ciudadanos, si las Casas de Enlace funcionaran y no fueran sólo una excusa para gastar dinero, si los canales de comunicación institucionales fueran eficientes y útiles, si hubiera un poco de voluntad para escuchar y tomar en cuenta las voces que gritaban afuera del Congreso, muy probablemente la ventana no se hubiera roto.

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