Dante Alighieri: el pensador disidente

AutorAle, Pedro Salvador
Páginas131-142

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COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DEL ESTADO DE MÉXICO

Dante Alighieri, en este diálogo, explica lo que es el terror y el horror, nos da un signif‌icado de la inmortalidad, el castigo, las convicciones, la represión moral, el inf‌ierno terrenal, lo temporal y lo espiritual, el poder y la organización social.

Nos enseña el signif‌icado de los ideales, el amor como una práctica humana cotidiana, el signo de cierto absoluto que el hombre, en su debilidad y en sus pecados, apenas osa entrever.

El amor posee aquí la virtud que le atribuye Platón. De forma continua se pasa del amor a un cuerpo al amor a Dios, a través de una serie de estadios amorosos intermedios, el amor a todos los cuerpos bellos, el amor a los pensamientos bellos, que conf‌ieren a las almas su propia belleza, y el amor al Bien, que es el supremo pensamiento bello. En este sentido Dante Alighieri no sólo es un místico del Renacimiento, sino un humanista de nuestro tiempo.

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Dante Alighieri (1265-1321) Florencia-Ravena

La vida del autor de la Divina Comedia, una de las obras más importantes de la literatura mundial, estuvo marcada por dos grandes acontecimientos: un amor de la infancia no realizado y el exilio al que fue condenado desde 1302.

Dante ref‌iere su pasión amorosa en la Vita Nuova, el primer encuentro cuando Beatriz tenía nueve años; el segundo, nueve años después; la muerte de la amada y la desesperación del poeta. En su Canzoniere dedica también muchas composiciones a Beatriz, que interviene en la tercera parte de la Divina Comedia.

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Dante, durante siglos y hasta hoy en día se piensa en usted y al mismo tiempo en el Inf‌ierno. ¿Por qué esa impresión en el alma humana?

El ser humano siempre se conmueve por el terror y el horror. Recuerde que el terror está personif‌icado en el terreno de lo conocido, sabemos lo que es, un hombre armado, un animal, etc. Pero el horror es el vacío, el misterio, lo desconocido, lo ignorado, lo que no podemos ver, pero sabemos que está allí. Y esta fascinación que paraliza, es lo que al hombre le causa más intriga. Tal vez por ello se me recuerde, porque en sí en el Inf‌ierno que mostré, las cosas son visibles. El horror que siente el hombre es más bien, por la duda de no saber lo que le espera en el más allá, mi obra sólo les recuerda que hay algo más…

Su obra cumbre fue escrita en el exilio y de algún modo es una venganza contra sus enemigos...

Sí, los inmortalicé en cada lectura, ellos continúan viviendo el horror de la escritura que venció al tiempo y a las generaciones, tal vez la eternidad no es otra cosa que los personajes presos en la tinta y en la imaginación de los lectores.

Yo voy más allá, las motivaciones fueron meramente ideológicas, yo estaba en contra de la injerencia del Papa en la vida política de Florencia, y de manera general, al poder temporal de la Iglesia. Deseaba, en secreto, que el principio de unidad de la península fuese obra del emperador, y el anuncio, en la Dieta de 1309, por Enrique VII, conde de Luxemburgo, de que se haría coronar en Roma por el Papa, constituyó para mí una verdadera revelación.

Comprendí entonces que el equilibro moral, político y social de Europa occidental tenía como primera condición la independencia del poder temporal, representado por el emperador, y del poder espiritual, representado por el papado, que al querer asumir el poder temporal, había caído en la simonía política. El fracaso de Enrique VII representó para mí una gran desilusión.

El desencanto de las convicciones…

Para una persona que toda su vida ha preferido su condición de respeto a la intimidad, al pensamiento, antes que cualquier signif‌icación social, y que llevó bastante lejos esa preferencia, incluso costándole el exilio, fue preferible ser parte de un fracaso en cualquier democracia, que un mártir o personaje de la estructura del poder of‌i cial, en la tiranía. Ese fue mi caso.

Fue una experiencia incómoda y difícil. Esta sensación se ve agravada por la memoria de los que padecieron por sostener las ideas humanistas y no tuvieron el honor que yo tengo del reconocimiento en el tiempo, a cuyo silencio acumulado por siglos me debo en esta conversación con usted.

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Lo único que puede reconciliarlo a uno con esta situación, es la simple convicción de que, como hace siglos, en mi tiempo, ahora también existen hombres que continúan por otros una batalla cultural sin f‌i n, por la conciencia ética.

Es decir, el destino del hombre puede ser cambiado...

Bueno, en la Comedia, la idea central es que la miseria del hombre no es irremediable. Los teólogos de la Edad Media tenían tendencia a pintar la situación de la humanidad como análoga a la de Job, un Job que ignorase que Dios lo pone a prueba: ‘tú eres pecador, arrepiéntete, reza, sacrif‌i ca, humíllate, las calamidades que se abaten sobre ti- y bien sabe Dios que eran permanentes en la Edad Media: guerras, epidemias, hambres- constituyen castigos terrestres que no son nada comparados con lo que te espera después de la muerte’.

Este lenguaje de represión moral no siempre estuvo inspirado en la fe. Deseosa de asegurarse el poder temporal, la Iglesia, apoyándose en su poder espiritual, utilizaba esta...

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