Cultura política e identidad nacional

AutorJosé Franco Armenta Cortés
Páginas171-173
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Cultura política e identidad nacional
José Franco Armenta Cortés
La cultura es herencia social, recipiente que va nutriéndose con el esfuerzo de las generaciones.
El secreto que se arranca al misterio de la electrónica, la palabra que se agrega al idioma,
la aportación al mundo de la idea… todo se entrega a la generación siguiente con la suprema
consigna de seguir adelante.
A la cultura le falta un hombre capaz y un plan ef‌iciente, por ello, ante la falta de escrú-
pulos en la dirección de un buen gobierno, es necesario retomar los fundamentos que le dan
rostro e identidad a un pueblo.
Montaigne ha dicho: “Ningún viento es útil para el hombre que no tiene puerto de desti-
no”, y es verdad. La cultura es herencia social. El conocimiento se transmite de generación
en generación, aumenta con el aporte de cada cual y el hombre de hoy, por lo mismo, es el
usufructuario de todos los que han luchado en el ayer por dignif‌icar el camino.
En este tiempo las universidades no pueden hacerlo. Pobres y acorraladas se les ha convertido
en centro de sospechas y de represiones absurdas que impiden el vuelo magníf‌ico y la expresión
profunda y fecunda. Específ‌icamente me ref‌iero a los egresados de escuelas públicas , que con
fundamento constitucional deben recibir educación laica , gratuita, fundadamente científ‌ica y
sobre todo encausada a incentivar el amor a la patria, esto es nacionalismo histórico.
La educación en su etapa actual, es una herencia social. Es la suma de los esfuerzos de
muchas generaciones. El conocimiento enriquecido en cada época, va siendo transmitido
en singular carrera donde no hay individuos sino generaciones que se pasan de mano en
mano la estafeta de los siglos. Pero la educación no tiene sólo ese aspecto plausible; es
también la herramienta que da rumbo a la voluntad de un pueblo. Sin educación, el ser
humano pierde la noción del orden y el respeto, y es fácil acumular resabios y resenti-
mientos estériles que no producen nada positivo, y la inmensa carga de energía generada
por un tumulto o grupo social desborda en la violencia que no hace sino retrasar el f‌luido
progreso de una sociedad.

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