Cuentos de colchón / Final feliz

Como les platiqué en el relato anterior, tuve un reencuentro muy caliente con una ex.

Me quedé de ver con ella en un motel de la Avenida Mariano Otero, en Zapopan, para darnos un buen revolcón y, bueno, sin más preámbulos, les dejó la segunda parte de lo que pasó cuando cerramos la puerta del cuarto.

Yo estaba toda caliente de sentir esa rica lengua jugando con mi clítoris cuando de repente la chica sacó un consolador, de esos que tienen un cinto, era negro y grueso, lleno de venas.

En cuanto lo vi dije: "¡ay, cabrón!".

Ella duró un par de minutos para ponérselo, mientras tanto yo pensaba que se me iba a bajar la calentura que traía encima. El orgasmo se me estaba yendo, pero ella se bajó otra vez a darme con la lengua.

¡Qué rico!, en verdad han sido de los mejores lengüetazos que he recibido en la vida, ¡esa lengua era divina, señores!, pero yo ya quería probar el juguete que traía.

"¡Ya dámela toda!", le grité, y no lo hubiera hecho, porque inmediatamente me metió ese falo de plástico. Era frío, yo quería sentir ese calor de siempre, pero no sucedió.

Al principio fue difícil. Traté poner de mi parte, pero no lo lograba. Ella me lo metía duro, luego despacio, me...

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