La Crónica...

AutorNicolás Sanchez Osorio

VENECIA.- El mercado de las falsificaciones está a la orden del día. Resulta increíble ver que en la puerta de los propios negocios creadores de las grandes marcas, como Pravda, Louis Vuitton, Gucci o Tod1/2s, el negocio informal hace de las suyas ofreciendo a los paseantes, locales y turistas, casi perfectas falsificaciones de los últimos modelos en bolsas de los famosos logos. Y nadie dice nada. ¿O será una estrategia comercial? Ya no sé ni qué pensar. Porque como en el mundo de la mercadotecnia, hoy, todo se vale (hasta publicar anuncios al revés, para que el lector crea que el editor se equivocó), podría ser que hasta los empresarios de todas esas grandes marcas estén de acuerdo en que sus propias falsificaciones estén al lado de sus vitrinas, donde se encuentran las auténticas mercancías, para que el público las pueda juzgar y saque sus propias conclusiones.

La verdad es que aquí en Venecia se ha convertido en una plaga la oferta de las bolsas de grandes marcas falsificadas, que se venden a lo largo de la calle 17 de Mayo, que desde el Gritti nos lleva a la Plaza de San Marcos. Son procedentes de Africa del Norte o de Dakar y están organizados en grupos que se avisan cuando la policía se acerca, de tal forma que hacen desaparecer la mercancía como por arte de magia. En la calle sobre un lienzo exhiben las bolsas. Sólo un experto puede darse cuenta de la imperfección en una falsificación de este tipo. Por ejemplo, en las bolsas de Louis Vuitton, una de las marcas que más éxito tienen entre los paseantes, las costuras del cuero de las uniones no están tan bien hechas. Sin embargo, la tela café con el logo de la "L" y la "V" resulta casi perfecta. Las etiquetas de "Fabriqué en France" son igualitas que las de la bolsa original. Los herrajes también están muy bien hechos, y hasta los candados. En donde fallan bastante las falsas reproducciones es en los cierres de las bolsas y maletas, cuyo recorrido no es tan suave como en las originales. Los cierres de las falsificadas son muy fuertes, y quien este acostumbrado a los cierres de las bolsas auténticas se dará cuenta de inmediato.

Otra de las diferencias es el precio. Y en este aspecto radica el éxito del comercio de estos marchantes africanos; por ejemplo: una bolsa de Louis Vuitton que en la boutique de París o de Venecia cuesta entre 750 y mil 200 dólares, según el modelo, en los puestos de la calle 17 de Mayo se encuentran apenas a unos 200 dólares, como precio de partida. Sin embargo...

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