La crítica al clero en la publicidad liberal mexicana, década de 1820

AutorMiguel Ángel Hernández Fuentes
Cargo del AutorDoctor en historia moderna y contemporánea del Instituto Mora. Maestría en historia por esa misma institución y licenciatura en historia por la UAM-IZTAPALAPA
Páginas361-378
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Miguel Ángel Hernández Fuentes*
La crítica al clero en la publicidad liberal mexicana,
década de 1820
INTRODUCCIÓN
Más que representar una ideología claramente definida, el anticleri-
calismo se ha manifestado a lo largo del tiempo como un conjunto de
ideas, actitudes y sensibilidades opuestas a la conducta de los clérigos
–o a ciertos aspectos de ella–, que ha variado en distintos tiempos y
lugares, así como entre los diferentes actores sociales que las han adop-
tado. En su sentido más primario, con dicha noción se hace referencia
al rechazo que produce entre algunos individuos el papel dominante
del clero en la sociedad, un estamento encargado de conducir las acti-
vidades religiosas dentro del conjunto social y de marcar en buena me-
dida las pautas de su espiritualidad y de su moralidad. Como explica
el sociólogo francés René Rémond, en la medida en que tal estamento
se encuentre mejor diferenciado por sus características y sus atributos
del resto de la sociedad, que ejerza mayor influencia sobre el compor-
tamiento de los creyentes y que tenga mayor injerencia en los asuntos
del orden político, engendrará reacciones más fuertes en su contra.1
Por ello es comprensible que en las sociedades católicas, en las que
el clero se ha organizado en una estructura centralizada, jerárquica y
especializada, se hayan generado diversas expresiones de anticlerica-
*Doctor en historia moderna y contemporánea del Instituto Mora. Maestría en historia por
esa misma institución y licenciatura en historia por la UAM-Iztapalapa.
1René Rémond, “Anticlericalismo”, en Paul Poupard, Diccionario de las religiones, Barcelona,
Herder, 1987.
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lismo, más fuertes y sostenidas en el tiempo que en aquellas en las que
no existe una corporación clerical de esas características, por ejemplo
en las naciones protestantes de Europa, en las que coexisten diferentes
denominaciones cristianas cuyos ministros no forman una estructura
eclesiástica como la del catolicismo. Las formas de anticlericalismo
que se han presentado en la historia hispanoamericana a partir de la
irrupción de la modernidad política de comienzos del siglo XIX abarcan
una variada gama de posturas, desde la crítica a ciertos aspectos de la
conducta clerical que aparecen como excesos o abusos de su condi-
ción privilegiada, pasando por un cuestionamiento más profundo de
su lugar frente a la sociedad y el Estado, hasta llegar a expresiones
de odio hacia los eclesiásticos de las que derivaron la idea de que la
vida de las naciones no requerían su existencia y que sería deseable
su desaparición. En este último caso, el anticlericalismo adquiere in-
cluso el carácter de antirreligioso, pues quienes lo profesan consideran
altamente perniciosa la influencia de las creencias religiosas sobre las
concepciones sociales y políticas de los individuos.
En la historia mexicana el pensamiento anticlerical encuentra sus
orígenes en la crítica religiosa que se desarrolló con la Ilustración hispá-
nica del siglo XVIII, en la que señalaron los errores y vicios que estaban
proliferando en algunos sectores del clero y que se vinculaban con los
elementos de atraso del Estado español en materia social y económica.
Emilio la Parra considera que durante la Ilustración española no se
pasó de la crítica a los yerros que se presentaban en las instituciones
eclesiásticas y que por lo tanto no llegó a gestarse propiamente un anti-
clericalismo en la época.2 No obstante, a partir de la introducción de los
elementos del pensamiento ilustrado europeo y de la consolidación del
regalismo borbónico, que se esmeró por mantener a la Iglesia dentro de
la órbita de su autoridad, se generó una serie de postulados para refor-
mar a las instituciones eclesiásticas –algunas de las cuales se pusieron
en práctica en el reinado de Carlos III– que serían retomadas por el pri-
mer liberalismo hispánico a partir de 1808. El primero y más importante
2Emilio L a Parra, “Los inicios del anticlericalismo español contempo ráneo (1750-1833)”,
en Emilio la Parra, & Manuel Suárez Cortina (eds.), El anticlericalismo español contemporáneo,
Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, pp. 17-25.

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