¿El Covid mató a Cupido?

AutorIsrael Sánchez

Entre la cineasta documental Adrianna Maldonado Montelongo y su novia se interpuso aquello mismo que mantiene separado y en parálisis al mundo entero: el Covid-19.

Y es que al poco tiempo de haber iniciado su relación en enero de 2020, y mientras vivían la experiencia del descubrimiento mutuo, se desató una pandemia cuya amenaza latente de contagio trastocó la forma en la que cimentaban y compartían este vínculo.

"Salimos un par de veces, quedándome yo a dormir en su departamento, e íbamos conociendo la dinámica y gustos de la otra, cuando la pandemia cayó. Fue frustrante porque algo que comenzaba se vio cuarteado, y tuvimos que proceder a la adaptación", relata la joven.

Meses enteros sin verse más que por videollamadas ocasionales, y luego unos cuantos días juntas en junio. Eventualmente, la novia de la cineasta desarrolló un miedo tan intenso a la enfermedad causada por el pandémico mal, que incluso darse un beso, acaso la muestra más básica de afecto físico para muchos, quedó vedado.

"Yo me he adecuado mucho a su fobia al Covid. A pesar de seguir todas las reglas de sanitización, ella ha tomado decisiones como no besarme o mantener la sana distancia para cuidar a su familia", detallaba Maldonado Montelongo, antes de que finalmente la relación concluyera.

Su caso no es exclusivo, sino la constante de muchas parejas en un mundo que, de cara al 14 de febrero, atestiguará un día de los enamorados con besos, abrazos y relaciones físicas restringidas.

La contadora Rocío N. recuerda que, tras haberse mudado de ciudad en marzo pasado para cuidar de su abuela de 86 años y de su madre, sobreviviente de cáncer, de 67, acordó con su novio verse únicamente los domingos y bajo estrictas condiciones: sólo en el patio de la casa, nunca al interior de ésta; cubrebocas y careta obligatorios, y no más de una hora.

"Parecía excesivo, pero mi pareja aceptó. Yo preparaba una mesa bajo un árbol y ahí le servía de comer, y me sentaba a unos dos o tres metros de él", cuenta Rocío.

"Después de varios meses en estas circunstancias, un día me acerqué lo suficiente como para tomarle la mano y creo que fue una emoción enorme. Después de dos años de relación, y sentir tanta emoción y rebeldía -y miedo- sólo por tomarle la mano, fue una locura; inmediatamente me puse alcohol en gel".

Desde los primeros meses de la contingencia sanitaria se registraban alteraciones en las expresiones amorosas de la gente por culpa de la distancia o el confinamiento. Para muchos, esa gran luna de miel que se especulaba ante los meses de encierro compartido no fue tal.

En una encuesta que la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (AMSSAC) realizó en línea entre mil 785 participantes en mayo pasado -luego del primer par de meses de cuarentena-, un importante 43.08 por ciento reportó una disminución en su conducta sexual, contra el apenas 4.14 por ciento que habló de un aumento.

El cambio a la baja fue menos pronunciado entre las parejas que viven juntas y sin hijos, que en aquellas cuyas partes tienen domicilios separados, o en las que sí tienen niños o incluso cohabitan con...

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