Conejo y Lagarto se hacen enemigos

AutorAndrés Henestrosa
Páginas137-141
SIESTA historia hubiera ocurrido en la época
en que los días y los meses ya tenían nom-
bres, el mes se llamaría abril.
Sucedió lo que sucede en los meses se-
cos del año, que las aguas fueron enco-
giéndose más y más hasta que en la plana
blanca del Mar Muerto sólo había una char-
ca. El agua quiso salirse; pero la detuvo, cerca del monte, un
mangle. Las raíces de este árbol estaban en el aire y el agua a
sus pies era honda. Pero el calor persistió y a mediados del
mes siguiente la profundidad era menor que una cuarta.
Entonces se supo que allí vivía Lagarto, porque la mitad de su
cuerpo áspero se quemaba al sol.
Había dos raíces paralelas por donde, en los buenos tiem-
pos, Lagarto pasaba una y otra vez.
Un día bajó a sus ojos el recuerdo de ese juego y quiso
repetirlo; pero el medio cuerpo seco detuvo a mitad el ejer-
cicio.
Cuentan que lazado en lo hondo del río o del mar, varios
bueyes no podrían arrastrarlo a la orilla: tanta es su fuerza.
Pero esta vez el caso era otro y no pudo romper las dos raíces
que lo detenían.
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Conejo y Lagarto
se hacen enemigos

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