Conejo agricultor

AutorAndrés Henestrosa
Páginas117-123
CUANDO la luz arrastró del rancho el camino que la noche
detuvo, el buey salió del corral para seguirlo.
Pero el camino caminaba hacia el ocaso
y el buey sintió cansancio y pisó fuera para
entrar al llano. Su amo lo cuidaba
como a sus sentidos y le daba de
comer con mazorcas de maíz. El buey
de este cuento dejó en el camino, lejos del rancho, un grano
perdido entre un poco de estiércol.
La lluvia aflojó la tierra y tres días después asomó sus hojas
una mata de maíz.
Conejo no vivía cerca: pero conocía, como la trampa, el
terreno. Vio la milpa el mismo día, y cuando la tarde se acer-
có al rancho, Conejo arrimó su casa al camino, junto a la mil-
pa. El sol siguiente no lo encontró dormido; antes que la
mañana entrara completa abrió los ojos para barrer su casa, y
durante todas las horas que siguieron llegó desde el monte,
primero, el ruido del hacha, después el estruendo del árbol
derribado: era que Conejo cortaba varales para cercar la milpa.
Por allá mismo comió y después, antes que la noche manchara
la tierra, amontonó los postes en torno de la milpa.
La fatiga lo mantuvo toda la noche, sin soñar, sobre la
cama.
117
Conejo agricultor

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR