La concepción de los derechos humanos y la razón suficiente
Autor | Rubén Pacheco Inclán |
Páginas | 68-77 |
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“Estamos viviendo en un momento histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un enano”.
Mario Moreno Cantinflas
En capítulos anteriores, hemos visto que todo lo que es: es, en atención a que existe razón suficiente para ser de ese modo y no de otro, principio lógico nacido de la mente de Gottfried Leibniz, que con la debida atinencia y precisión se convierte en una herramienta indispensable para el estudioso que pretende conocer a profundidad las razones que dan origen a lo que conocemos y usamos a diario, sin reparar en la profundidad de las causas de existencia que le han dado origen.
En el caso particular de los derechos humanos, hay mucho que decir, a pesar de lo mucho que se ha dicho, hay que sostener con razonamientos suficientes lo que es hoy y lo que puede llegar a ser, derivado de lo que ha sido. En tanto, esto no quede claro seguiremos inmersos en un mar interminable de sofismas, falacias y argucias argumentativas plagadas de buenos deseos, pero de insuficiencia en su respaldo epistemológico.
El trayecto histórico que se ha tenido que seguir para identificar a los derechos humanos con el rostro de hoy es largo, desde los criterios humanistas presocráticos, pasando por los conceptos etimológicos
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del imperio griego, atravesando los mil años del medioevo oscurantista hasta llegar al denominado postmodernismo del siglo XXI, en cada una de estas épocas, y en cada uno de sus espacios, han debido ser revalorados así como reevaluados en su contexto, y en su contenido conceptual, dependiendo del sistema político que los envuelve y los intereses que los generan. Es por ello, que debemos atender lógicamente lo que aquí se ha planteado. Es indudable, que exista razón suficiente para que los derechos humanos sean lo que hoy son; sin embargo, es importante responder las preguntas que inciden en esta apreciación.
Los derechos humanos, sin duda, existen porque están, y tampoco queda duda, de que hoy son un elemento fundamental para sostener los criterios de respeto y dignidad en la sociedad postmoderna. Pero, aunado a ello, es imprescindible conocer las razones que cumplan los requisitos de suficiencia para comprender cabalmente a los derechos humanos, alejados de los dogmatismos y paradigmas impuestos políticamente. Por ello, hay que decir que aquello que hemos denominado derechos naturales o derechos fundamentales del hombre –entendiendo esto como intrínsecos al ser mismo del hombre- y a los que se les han atribuido cualidades tales como: universalidad e inherencia, no pueden ser sostenidos, sino es, primeramente, determinada ¿cuál es esa naturaleza humana que se pretende defender?, ¿es la naturaleza bondadosa y sublime que sostiene esa impronta misericordiosa heredada del cristianismo católico medieval?, sostenida por teorías tales como: el buen salvaje o el altruismo social inherente al estilo de George Robert Price o, tal vez, tendríamos que enfocar el esquema de protección a la naturaleza humana referida por autores como: Thomas Hobbes, Arthur Schopenhauer o Friedrich Nietzsche, que sostienen la teoría del egoísmo natural o la crueldad intrínseca moldeada por los motores de control social.
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Ambas concepciones tienen sustentos válidos, enraizados en la filosofía especulativa, que plantean: la una, que el ser humano tiene un comportamiento naturalmente bondadoso; y la otra, que sostiene el egoísmo como base fundamental del comportamiento humano. De hecho, el filósofo de Rotterdam, Bernard Mandeville, escribió en su obra: “La fábula de las abejas o vicios privados, beneficio público (The Fable of...
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