Configuración de los espacios socio-técnicos de una incipiente industria de software en México

AutorJosé Guadalupe Rodríguez Gutiérrez
Páginas141-165

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Introducción

En los capítulos anteriores señalamos que la "crisis del software" está contex-tualizada por espacios de aprendizaje incipientes, una Ingeniería de software reciente que aún no consolida sus modelos teóricos y metodologías de trabajo; así como por un conjunto de conocimientos técnicos y de recursos humanos prácticamente recientes. Desde esta perspectiva, en el presente apartado, daremos cuenta de las condiciones generales de las tecnologías de la información en México, es decir el acceso a internet, ruteadores, pib informático, etc.; con estos datos buscamos señalar las condiciones e infraestructura tecnológica en México.

Analizaremos el contexto nacional de la industria del software, las regiones ganadoras, las políticas de gestión y promoción gubernamental en el desarrollo de la incipiente infraestructura local orientada a generar espacios de producción de software. Destaca en este apartado, la localización y creación tardía de capacidades locales de las empresas de software en el Valle de México. La incorporación rezagada de las empresas de software, la falta de organización interna del sector. Las empresas de software no se instituían como un agente de cambio, no habían cuajado un conjunto de iniciativas para que se emprendiera una interacción en los espacios de producción y participar en recursos económicos de Prosoft; no se tenía acceso a recursos humanos mediante convenios con universidades; no se habían conformado vínculos con el sistema educativo local, con empresas de mayor tamaño, etc. Examinaremos la intervención de agentes sociales como el sistema educativo, asociaciones particulares, políticas gubernamentales, apoyos financieros, etc., en la conformación de espacios recientes de producción de software.

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TIC: un sector emergente en un contexto de división digital

El carácter reciente de la industria del software junto a la tardía incorporación de América Latina en general y México en especial, a los flujos internacionales de las tecnologías de la información y comunicación (tic) implica una serie de desventajas que se traducen en un incipiente sistema de interacciones y prácticas sociales, empresariales, institucionales, individuales, agentes no gubernamentales, etc., que no han consolidado las sinergias locales o procesos interactivos que permitan generar sistemas de innovación. Al respecto diversos investigadores como Freeman (1987); Lundvall (1992); Nelson (1993) entre otros, han señalado que: a) los sistemas nacionales de innovaciones son una especie de "nudos articulados" de empresas y sistemas productivos; b) configuraciones en redes e interacciones sistémicas que fluyen a través de las redes; y c) las conductas a nivel microeconómico que están ceñidas a relaciones sociales de las redes, reglas y restricciones políticas. Estos tres niveles distintos, ofrecen diferentes marcos de análisis para elaborar y promover estrategias de política sectorial, que den cuenta de la división digital en las tic.

Diversos datos dan cuenta del acceso limitado de las tic en México, que como usuario del flujo internacional de estas tecnologías de la información y comunicación en 2001 se sitúa en el lugar 50, pero el gasto en este rubro apenas si representó 3.2% del mercado nacional de tic, mercado 75 veces más pequeño que el de Estados

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Unidos; en cuanto a la cuota de mercado de la industria del software, representó 0.10% con respecto al pib y 3.2% con respecto al mercado de tic (cuadro 8). Mientras que el mercado del software significó un crecimiento del 39.4% en 2001 con respecto a 1997; Estados Unidos creció 78.8 y 87.5% en el mercado mundial de software.

El lento crecimiento en la industria del software mexicano obedece a una serie de contextos estructurales, partiendo de la incorporación tardía de las tic en la región, pasando por sus altos costos, monopolios regionales que restringen el acceso, y una incipiente industria del software que es similar en toda la región latinoamericana. Por ejemplo, la posición de México no es tan diferente de la del resto de países en latinoamerica; según el informe de Mayer & Bunge (2004) realizado en 16 países latinoamericanos, de los cuales se eligió una muestra de 682 empresas de software y servicios relacionados.1 Este informe nos permite observar que en América Latina la industria del software es reciente, conformándose hacia finales de los ochenta. De esta muestra, 62 (9%) empresas correspondieron a México, donde observamos que 89.2% de estas empresas (62 empresas es la muestra en México) se conformaron hace menos de 15 años; 82% son principalmente casas de software subsidiarias de Microsoft, ibm, Oracle; 43% de los clientes poseen menos de 49 computadoras; 90% de las empresas poseen una cartera menor a 120 clientes y, en su mayoría son profesionistas como abogados, doctores, microempresarios, etcétera.

En otras palabras, las empresas de software, tanto en México como en el resto de América Latina, presentan un comportamiento homogéneo (cuadro 9). Un porcentaje considerable de empresas son emergentes, del tipo micro y pequeñas que atienden a profesionistas más que a empresas; 86.2% de éstas considera sustancial desarrollar software a la medida; 82% creen que el software desarrollado debe ser implementa-do por ellos. Esta estructura porcentual da cuenta del carácter artesanal de las empresas de la región, el tipo de mercado individual-profesional que atienden; existencia de una casi nula especialización en el desarrollo de software, por ejemplo 81.6% de las empresas mexicanas ofrecen software empaquetado, que no fue desarrollado en casa, es decir operan como distribuidoras de los grandes corporativos, como Microsoft, Oracle, etc. Al respecto, un gerente de empresa comentaba que "el problema es que no nos hemos especializado en el tipo de software que debemos desarrollar... hacemos de todo, asesorías, implementaciones..." (gerente dyya RF1).

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Como ya señalamos en el capítulo anterior, las comunidades empresariales productoras de software en México y en la región latina en general, no se han fortalecido, están en proceso de consolidación, las capacidades locales de infraestructura, capital humano,

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redes empresariales e institucionales que propicien un espacio industrial firme; por ejemplo, el 92.8% de las empresas en América Latina y 82.6% en México, declaran como muy importante desarrollar software e involucrarse en la implementación en las instalaciones del cliente, pero estas expresiones parten del hecho que las empresas poseen un perfil de casas distribuidoras de software, en lugar de ser empresas desarrolla-doras a la medida, que son las que se involucran en la implementación. El carácter incipiente y polarizado de las empresas de software en la región, que para el caso de México, 89.2% tiene menos de 15 años de haberse constituido; las políticas gubernamentales y las condiciones de financiamiento para empresas de alto riesgo no terminan por cristalizarse; debido, entre otras cosas, a que estas empresas que manipulan símbolos no poseen, salvo escasísimas excepciones, activos fijos que las hagan sujeto de financiamiento, sus activos son talentos en capital humano y, por ende, el principal rubro de su gasto corriente está relacionado con el pago de nómina, que a su vez se ve afectado por el ciclo de los proyectos que desarrollan y por los ciclos de la economía financiera. Por último diremos que los datos de Mayer & Bunge (2004) coinciden con el análisis que hace la Secretaría de Economía (2005)2 de la industria del software en México, realizado en 2004, en una muestra de 800 empresas que desarrollan software, señala que 91% de los programadores de software tienen menos de 15 años de antigüedad en el puesto de trabajo y 86% culminó sus estudios profesionales en 1990.

El contar con una infraestructura tecnológica competente en tic promueve la formación de un conjunto de agentes y actores sociales (empresas, instituciones universitarias, políticas tecnológicas, etc.) que potencian el desarrollo de procesos de generación, circulación y apropiación de información, constituyendo un sistema complejo en el cual la suficiente y correcta utilización de las tic actúa como un dispositivo que facilita la circulación del conocimiento y el desarrollo de competencias endógenas (Lundvall, 2003; Cimoli, y Correa, 2003; Casalet, 2003; entre otros); en este sentido, es importante examinar el acceso digital en la región latinoamericana que, según vemos en el cuadro 4, para el caso de los servidores de internet en México (http://www.inegi.gob.mx) en 1998 había 11.8 servidores de internet (Hosts) por cada 10 mil habitantes, incrementándose de 2004 a 145.2; crecimiento menor al de Brasil y Argentina, pero la verdadera brecha digital es con respecto a los países desarrollados como Estados Unidos, Japón, Canadá, Suecia, etc. (gráficas 4 y 5).

La disposición de conectores a internet en México (Hosts) sigue siendo limitado con respecto a países latinoamericanos en condiciones similares, ya no comparemos

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con respecto a Estado Unidos o Suecia; obsérvese lo reciente de la incorporación de esta infraestructura en la región hacia finales de la década de los noventa, destacando la ampliación de la brecha digital con los países desarrollados (Canadá, Suecia, Japón Alemania, Estados Unidos, etc.) que se incrementó en 2004 por arriba de los mil servidores por cada 10 mil habitantes; en cambio en Latinoamérica apenas si llegó en promedio a los 180 servidores, brecha digital que nos recuerda el fallido proceso de industrialización sustitutivo de importaciones implementado en la región para cerrar la brecha tecnológica de los sesenta y setenta (gráficas 4 y 5). Otra...

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