AGENDA CIUDADANA / De Cananea al Colegio de Postgraduados

AutorLorenzo Meyer

Huelgas

Entre los problemas que tiene México como sociedad y comunidad política, especialmente ante la emergencia causada por un inesperado brote de influenza H1N1, el de unas huelgas que se prolongan sin solución pareciera marginal, perdido en medio de la montaña de temas que se acumulan en la agenda nacional. Y no es de extrañar, después de todo, apenas afecta a una minoría y cuyo discurso es muy diferente -opuesto- al que maneja la elite del poder.

Actualmente hay dos huelgas, la de Cananea en Sonora y la del Colegio de Postgraduados (Colpos) en sus varios campus, que ya han durado mucho, sobre todo la primera, y donde la solución, desde la perspectiva del poder, puede encontrarse no en negociar un acuerdo en torno a las demandas sino en el uso de la fuerza en el primer caso y el uso del tiempo -dejar que el asunto "se pudra"- en el segundo. Ambas vías de solución no serían aceptables desde la óptica del interés general y su mera posibilidad dice mucho sobre la naturaleza del gobierno actual, tan alejado de los intereses de los asalariados y tan cercano a los del capital.

El concepto

La decisión colectiva de los trabajadores de negarse a seguir laborando en las condiciones y términos que determina el empleador tiene una historia añeja, de milenios. Sin embargo, la huelga tal y como la conocemos hoy es un fenómeno económico, social y político que se desarrolló a partir del siglo XIX como resultado de la revolución industrial. Se trata del arma de última instancia de los asalariados. Históricamente, las huelgas han sido luchas muy desiguales que han requerido esfuerzos desproporcionados por parte de los huelguistas y cuyos resultados registran tantas derrotas como triunfos.

En México, como en el resto del mundo, los derechos de sindicalización y de huelga tardaron en ser reconocidos y debió correr sangre antes de que, como resultado de la Revolución Mexicana, la ley los incorporara y regulara. Ahora bien, desde el inicio hubo un golfo entre el reconocimiento formal y el ejercicio efectivo de los derechos sindicales, golfo que en los últimos tiempos se ha hecho mayor. El régimen de la postrevolución se dijo defensor de los derechos de los trabajadores pero, en la práctica, siempre los condicionó a los intereses de la clase política que, después de 1940, coincidieron cada vez más con los de los patrones. A partir del 2000, un "gobierno de empresarios y para empresarios", como se autodefinió el de Vicente Fox, hizo que esa coincidencia entre...

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