La Cineteca Nacional, memoria del cine mexicano

AutorMagdalena Acosta Urquidi
Páginas73-83
73
La Cineteca Nacional,
memoria del cine mexicano
Magdalena Acosta Urquidi*
Hoy en día, no cuestionamos la importancia de preservar para la pos-
teridad, ya sea por razones históricas, artísticas o culturales, la imagen
en movimiento plasmada en celuloide o registrada en algún medio
electrónico. También reconocemos que los archivos fílmicos, a la vez
que sirven de santuario a piezas cinematográficas únicas o en peligro
de desaparecer, constituyen un sitio privilegiado para su estudio, para
reflexionar sobre el medio y sobre nosotros mismos, como individuos
o como parte de una comunidad.
Desde los orígenes de la llamada “última máquina” del siglo XIX, el
cinematógrafo, hubo algunos visionarios que consideraron que las
imágenes en movimiento de personas reales, lugares y acontecimien-
tos, eran también documentos históricos con propiedades únicas. En
1898, muy pocos años después de las primeras exhibiciones públicas
en las grandes capitales del mundo, Boleslaw Matuszewski, camaró-
grafo al servicio del zar Nicolás II de Rusia, publicó en París un mani-
fiesto llamando a la creación de una red mundial de archivos que ad-
quir iera y conservara el producto de esta nueva maravilla de la
tecnología, esta nueva “fuente de la historia”:1 la película cinematográ-
fica. Dos años más tarde, en 1900, el Congreso de Etnografía de París
adoptó la siguiente resolución de avanzada:
1Boleslaw Matuszewski, Une Nouvelle Source de l´histoire: Creation d’un Dépot de Cinemat
Historique, París, 1898. Copia de este manifiesto se reproduce en el folleto Boleslaw Matuszewski,
Jego Pionierska Mysl Filmowa, Varsovia, Filmoteca Polska, 1980.

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