En el centenario de José Revueltas

AutorRafael Vargas

Philippe Cheron (París, 1950) estudiaba letras hispánicas cuando conoció a Andrea Revueltas, hija de José, a mediados de 1974. Vivían juntos cuando el escritor mexicano viajó a París (acompañado por su tercera esposa, Erna Barrón) para visitar a su hija, en octubre de 1975.

En aquel momento Philippe Cheron apenas conocía la obra de Revueltas y sabía poco de su biografía. De manera que lo conoció primero como suegro y después como escritor.

Desafortunadamente, el tiempo no les permitió desarrollar la amistad que habría sido deseable, pues José Revueltas falleció en abril de 1976. Pero el trato que no alcanzó a darse personalmente se dio a través de los libros, y Philippe –escritor también, también hombre de izquierda– acabaría convirtiéndose no sólo en uno de los más profundos conocedores de la obra de Revueltas, sino también, a la par de Andrea, en el puntual y esmerado editor de sus Obras completas en los 26 tomos donde ordenaron la vasta obra literaria y política del extraordinario autor.

El trato con la obra de Revueltas llevó asimismo a Cheron a escribir su tesis de doctorado sobre uno de los motivos más característicos de ella, uno que Revueltas meditó larga y detenidamente, y que Michel Foucault resumió en el libro que dedicó al tema con una sencilla y terrible frase: el tejido carcelario de nuestra sociedad. La prisión no es sólo una celda con muros y barrotes. También los dogmas son una suerte de prisión. Esa tesis se convirtió en un libro que publicó la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en 2003 y que ahora se reedita corregido y actualizado bajo el sello del Fondo de Cultura Económica.

–En Los días terrenales José Revueltas hace decir a uno de sus personajes, en respuesta a la idea de que el comunismo es una meta para la especie humana, que sí, que se trata de algo deseable, pero que la auténtica libertad es la plena asunción del desamparo humano. No hay asideros: ni la religión ni el amor. El hombre no nació para ser un cerdo feliz, sino un ser libremente desdichado. Lo que en su momento escandalizó a los comunistas como un signo de pesimismo y desesperanza en la condición humana.

–Cuando Revueltas escribe eso llega a un punto muy alto en su pensamiento y en su obra. Tiene 35 años y viene de una juventud de sacrificios en favor del proyecto político que ha elegido: el comunismo, la lucha por la justicia, por la libertad, por el bien común. En su juventud, en los años treinta, era un militante abnegado: el Partido Comunista lo...

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