El caso McCarrick desnuda el encubrimiento pederasta de los papas

AutorBernardo Barranco V.

Una de las primeras conclusiones del informe sobre el encubrimiento dice lo siguiente: "En el momento del nombramiento como arzobispo en Washington de Theodore McCarrick, en el 2000, la Santa Sede actuó sobre la base de información parcial e incompleta. Desgraciadamente se cometieron omisiones y subestimaciones, se tomaron decisiones que después se evidenciaron equivocadas". Los rumores sobre la conducta homosexual y los abusos a menores llegaron a la nunciatura en Washington y al Vaticano desde principios de la década de los noventa. Pero fueron desestimados porque están formulados en cartas anónimas y dichos. El Vaticano y el Papa Juan Pablo II sabían de rumores sobre el comportamiento sexual de McCarrick pero jamás investigaron a fondo. Incluso se desestimó una carta del cardenal de Nueva York, John O'Connor, fechada el 28 de octubre de 1999, en la que recomendaba no elevar a McCarrick como arzobispo, para evitar escándalos. El informe intenta atenuar y justificar la decisión de Juan Pablo II pero a todas luces cometió un error y una página negra en la vida de la Iglesia. El expediente de la Secretaría de Estado narra engaños del propio McCarrick. Hay que recordar que desde 1976 había amistad entre ambos y probablemente hubo apoyos económicos a la resistencia cuando Karol Wojtyla era arzobispo en Cracovia. Como haya sido, el Vaticano nombró a Theodore McCarrick obispo auxiliar de Nueva York en 1977, Juan Pablo II lo convirtió en obispo de Metuchen en 1981, arzobispo de Newark en 1986 y fue elevado a arzobispo de Washington en el 2000, para finalmente ser encumbrado al cardenalato al año siguiente. McCarrick vivía una doble vida. Un clérigo muy activo políticamente, con gran influencia en la Casa Blanca y en especial con el Partido Demócrata. Un experto recaudador de fondos para financiar iniciativas costosas del Vaticano. Además pertenecía al ala progresista de la Iglesia estadunidense. Él cubría temas como paz internacional, ayuda humanitaria, pobreza, derechos humanos y migración, que lo perfilaban como un cardenal de avanzada. Pero llevaba una vida privada paralela, de placeres sexuales y perversiones condenadas por la Iglesia. Una vida subterránea que escondía una conducta patológica, pues abusaba de menores; lo califican como un Mister Hyde y Doctor Jekyll de la pedofilia.

McCarrick tiene ahora 90 años ¿Morirá en su cama sin enfrentar la justicia o ir a prisión? ¿Se volverá a imponer la impunidad sagrada a pederastas depredadores...

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