El caso de Afganistán. Las tinieblas culturales

AutorJorge Sánchez Cordero

The Stones of Bamiyan (fragmento) Rajagopal Parth, poeta indio

La reciente ascensión al poder de los talibanes en Afganistán concita serias reflexiones en el ámbito de la cultura, toda vez que la salvaguarda del patrimonio cultural de ese país ha estado expuesta a múltiples vicisitudes provenientes del amorfismo talibán, conformado por etnias heterogéneas cuyas fuerzas centrífugas han llegado a ser devastadoras.

El 15 de octubre de 1999 el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU adoptó la resolución S/RES/1267, en la que reiteró su inquietud por las constantes transgresiones de los talibanes al derecho humanitario internacional y a los derechos humanos, particularmente en contra de las mujeres y las menores de edad, pero también por el tráfico de opio y las actividades terroristas.

No hay un solo viso de que ahora la situación vaya a ser diferente en aquella nación; así lo indica el dramatismo de las imágenes difundidas por la prensa internacional en torno a la situación que priva en Kabul, la capital afgana, ante la reinstalación del Emirato Islámico de Afganistán (EIA) en el poder. El espectro de la hambruna empieza a hacerse presente.

La integración del primer gobierno interino es igualmente perturbadora; en éste figura Mohammed Yaqoob, miembro de la etnia pastún y titular del Ministerio de Defensa. Este personaje es el primogénito del mulá Mohammed Omar, primer emir del EIA y quien ordenó la destrucción de los Colosos de Bamiyan.

Si bien en su resolución el CS reafirmó su compromiso con el respeto a la soberanía, independencia, integridad territorial y unidad nacional afgana, en forma sorprendente y contraria a su tradición expresó también su respeto por el legado histórico y cultural del país islamista. No le falta razón al CS, pues, como lo ha demostrado el historiador Arnold Toynbee, Afganistán es una encrucijada cultural de enorme riqueza en la que confluyeron griegos, persas, hinduistas e islámicos; una riqueza empero que es propicia para la expoliación en tiempos de turbulencia.

El CS tenía claro desde entonces que los talibanes, al igual que otros grupos delictivos internacionales, recurrían a la venta indiscriminada de bienes culturales para allegarse recursos, lo que, de acuerdo con estadísticas de la Interpol, posicionó este ilícito como una de las principales y más rentables actividades del crimen organizado internacional.

El vandalismo cultural

La política de salvaguarda del patrimonio cultural del régimen ta-libán ha sido...

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