Carlos Gershenson / Amor del futuro

AutorCarlos Gershenson

Las relaciones de pareja han cambiado rotundamente en décadas recientes. En los 50, socialmente se esperaba que la mayoría de las personas "decentes" se casaran. Sin embargo, en los 60 más de la mitad de las madres en México fueron solteras. Habría que averiguar qué porcentaje fue por amor libre y qué porcentaje fue por abusos o poligamia. Se ha reducido drásticamente la taza de natalidad en nuestro país, de 6.8 bebés por mujer en 1970 a 2.1 en 2018, gracias a los anticonceptivos y a diversas campañas (pocos hijos para darles mucho). En esas épocas (50 a 70), había en promedio 50% más matrimonios por habitante que ahora. En 1994 hubo un divorcio por cada 20 matrimonios. En 2017, un divorcio por cada cuatro matrimonios.

Se ha notado que recientemente muchas relaciones son "casuales" (léase centradas en el sexo). Esto no es nada nuevo, aunque no tenemos muchos datos para comparar con las costumbres de otras generaciones y medir tendencias. Sin embargo, es cierto que la tecnología facilita los encuentros sexuales sin compromisos. Ya desde los 90 en sitios de internet y más recientemente con aplicaciones como Tinder, es posible explorar muchas más parejas potenciales de lo que se puede esperar de los amigos de los amigos o de los antros de "vicio y perdición". No sólo aumenta la probabilidad de encontrar a alguien con la disposición, sino que aumenta la probabilidad de que ese alguien sea más compatible con nuestros requerimientos. O por lo menos eso es lo que me han contado. Más aún, la mercadotecnia promueve las relaciones cortas, como si fuese algo deseable.

Hay motivos más profundos para no tener una relación estable que los sociales: los económicos. Tener una pareja cuesta, aunque uno viva todavía con sus papás. Los costos de la vida se han incrementado mucho más que los salarios. La demanda de vivienda ha convertido a la movilidad en las grandes ciudades en un martirio. Si uno pretende consumir a la velocidad a la que la mercadotecnia nos sugiere, no nos alcanza la vida para trabajar y además tener pareja.

Este y otros motivos han llevado a mucha gente, notablemente en Japón, a escoger no tener una relación. Así no hay riesgo de embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual. ¿Para qué arriesgarse si hay maneras individuales de satisfacerse sexualmente? Más aún, el "sexo tecnológicamente asistido" es cada vez es más...

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